martes, 6 de mayo de 2008

El caso Fabra

Se trata de un caso que comenzó en 2003. Diversos jueces se han hecho cargo de él, y en la actualidad no hay ninguno que lo tenga a su cargo. Produce estupor este dato. ¿A quién se le puede achacar semejante irresponsabilidad? De momento, crecen los rumores de que Carlos Fabra ha aumentado considerablemente su patrimonio gracias al desempeño de su cargo político. En el caso de que lo que se afirma no sea cierto, la tardanza en dilucidar el caso por parte de la justicia está perjudicando al interesado. Los líderes del partido al que pertenece se abrazan y se fotografían con él. Quizá le harían mejor favor si hicieran lo posible por agilizar el caso en el juzgado; pero el favor se lo harían, sobre todo, al país, puesto que este funcionamiento de la justicia desmoraliza al personal y le hace perder fe en las instituciones. La gente puede observar con asombro que Hacienda todos los años le pide un declarante pobre algún comprobante, que siempre lleva, mientras que ni se inmuta ante los grandes aumentos de patrimonio de otros personajes. No sabemos si esos personajes logran ganar tanto dinero en tan poco tiempo de un modo legal, porque existen modos de conseguirlo que los interesados saben encontrar.
En el campo político hay que apuntar que Carlos Fabra suele ganar las elecciones a las que se presenta, pero ese dato tampoco resuelve nada. Cabe entender, puesto que las listas son cerradas, que gana el PP, no Carlos Fabra. Si las listas fueran abiertas y los votantes pudieran tachar nombres, puede que los votantes tacharan el suyo. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la labor de los políticos consiste en servir a los ciudadanos. Debería, Carlos Fabra pues, apartarse de la política, al menos mientras no se resolviera su caso. El respeto a los ciudadanos debería haberle llevado a tomar esta decisión. Puesto que él no la ha tomado, debería habérselo “rogado” el partido.

1 comentario:

Toni Solano dijo...

Si lo viésemos en una película sería un thriller de Hollywood poco creíble. Tampoco nos extrañaría en cualquier república bananera. Lo terrible es verlo tan cerca y con tanto descaro. Seguramente, cuando vayan a resolverlo se habrá producido algún defecto de forma y todo volverá a ser como antes. Y mientras, este personaje sigue cobrando premios gordos de la lotería nacional (que la gente cree que son suyos, vamos).