Viven algunos tan absortos en la contemplación de su pretendida grandeza que no se percatan de la lucha que otros han de llevar a cabo para vivir. Fue capaz el cardenal de montarle un numerito, que tampoco iba a ninguna parte, al embajador español en la Santa Sede, para defender a Francisco Camps, por una cuestión de protocolo. Camps, siendo el presidente del gobierno valenciano, no necesita que le defienda el cardenal, por lo que el gesto de éste no podía tener más valor que el testimonial.
Se muestran muy fervorosos y devotos, siempre que hay ocasión, Francisco Camps y Rita Barberá, alcaldesa de Valencia. Se supone con ello que comulgan totalmente con los valores cristianos, entre los que destaca la preocupación por los débiles e indefensos.
La prensa de hoy trae la noticia de una señora cuyo hijo padece parálisis cerebral y que lleva trece meses solicitando las ayudas oficiales. También ha tenido que montar un numerito, de forma totalmente justificada, para que comiencen a hacerle caso. Dice la buena señora que el suyo no es el único caso, que hay muchos más y se entiende perfectamente que ha de ser así, puesto que si sólo se tratara de ella le habrían hecho caso enseguida.
El cardenal lleva a cabo una campaña por la educación de los niños. Pero una cosa es decir que hay que exigir que prevalezca la justicia en los actos humanos y otra muy distinta exigir justicia en donde no la haya, se incomode quien se incomode.
El ayuntamiento de Valencia y la Generalidad Valenciana están gastando mucho dinero en proyectos grandiosos, como la AVL, las recalificaciones de terrenos por motivos futbolísticos, el circuito de la Fórmula Uno, o de la Copa de América, por ejemplo. Alguno de esos enormes gastos, puede que acabe siendo rentable para la ciudad. Otros, como el de la AVL deberían avergonzar a todos los políticos; a unos por haberlo propuesto; a otros, por haberlo aceptado; y a otros, por callar.
El cardenal debería explicarles a las devotas señorías que lo prioritario, muy por encima de todos esos asuntos que les preocupan tanto, es la atención a las personas que viven en situación difícil. La atención a esas personas es lo que mide el grado de civilización de una sociedad.
Se muestran muy fervorosos y devotos, siempre que hay ocasión, Francisco Camps y Rita Barberá, alcaldesa de Valencia. Se supone con ello que comulgan totalmente con los valores cristianos, entre los que destaca la preocupación por los débiles e indefensos.
La prensa de hoy trae la noticia de una señora cuyo hijo padece parálisis cerebral y que lleva trece meses solicitando las ayudas oficiales. También ha tenido que montar un numerito, de forma totalmente justificada, para que comiencen a hacerle caso. Dice la buena señora que el suyo no es el único caso, que hay muchos más y se entiende perfectamente que ha de ser así, puesto que si sólo se tratara de ella le habrían hecho caso enseguida.
El cardenal lleva a cabo una campaña por la educación de los niños. Pero una cosa es decir que hay que exigir que prevalezca la justicia en los actos humanos y otra muy distinta exigir justicia en donde no la haya, se incomode quien se incomode.
El ayuntamiento de Valencia y la Generalidad Valenciana están gastando mucho dinero en proyectos grandiosos, como la AVL, las recalificaciones de terrenos por motivos futbolísticos, el circuito de la Fórmula Uno, o de la Copa de América, por ejemplo. Alguno de esos enormes gastos, puede que acabe siendo rentable para la ciudad. Otros, como el de la AVL deberían avergonzar a todos los políticos; a unos por haberlo propuesto; a otros, por haberlo aceptado; y a otros, por callar.
El cardenal debería explicarles a las devotas señorías que lo prioritario, muy por encima de todos esos asuntos que les preocupan tanto, es la atención a las personas que viven en situación difícil. La atención a esas personas es lo que mide el grado de civilización de una sociedad.
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