El hecho de que Zapatero presuma tanto de que hay más ministras que ministros da pistas de que la situación es algo forzada. Otra pista la da el hecho de que a partir del segundo nivel el porcentaje de mujeres desciende considerablemente. Y que en las fotos del gobierno, las ministras quedan relegadas a las filas traseras, son muy pocas las de la primera fila. Además de estas circunstancias, se comenta que las ministras que nos han tocado en suerte son muy dadas a regular al prójimo, a establecer pautas y dar consignas, sin perder de vista quién las ha nombrado.
En esta línea, la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, se ha mostrado en contra de las críticas de Santamaría, el chef de Can Fabes, a Ferrán Adrià. Dejando al margen si las críticas son justas o injustas, habría que enmarcarlas dentro de la libertad de expresión y la vicepresidenta debería haber dejado que fuera el propio Ferrán Adrià quien se defendiera, habida cuenta de que no está en situación de desamparo, ni mucho menos. Quizá haya gente en apuros, sufriendo el acoso de otros mucho más poderosos, que eche de menos una ayuda como esa. Santamaría también paga impuestos y no se le puede negar el derecho a equivocarse, en el caso de que se haya equivocado, que yo no lo sé.
La vicepresidenta, en su defensa del muy afamado cocinero, Adrià, ha venido a decir que los alimentos y aditivos utilizados en la cocina española son de primerísima calidad y que la cocina española está entre las mejores del mundo. Patriota que nos ha salido la mujer.
No debería ser tan tajante la vicepresidenta, por otra parte, puesto que Manuel Vicent, contó hace unos meses en El País que a Bette Davis le sirvieron en Denia, para comer, al menos dos docenas de gatos. Ella, que no sabía que era de gato, no quería otra clase de carne de las que había en Denia por aquel entonces. Sucedió en 1958, pero ¿cómo puede asegurar De la Vega que no pueda ocurrir ahora también?
En esta línea, la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, se ha mostrado en contra de las críticas de Santamaría, el chef de Can Fabes, a Ferrán Adrià. Dejando al margen si las críticas son justas o injustas, habría que enmarcarlas dentro de la libertad de expresión y la vicepresidenta debería haber dejado que fuera el propio Ferrán Adrià quien se defendiera, habida cuenta de que no está en situación de desamparo, ni mucho menos. Quizá haya gente en apuros, sufriendo el acoso de otros mucho más poderosos, que eche de menos una ayuda como esa. Santamaría también paga impuestos y no se le puede negar el derecho a equivocarse, en el caso de que se haya equivocado, que yo no lo sé.
La vicepresidenta, en su defensa del muy afamado cocinero, Adrià, ha venido a decir que los alimentos y aditivos utilizados en la cocina española son de primerísima calidad y que la cocina española está entre las mejores del mundo. Patriota que nos ha salido la mujer.
No debería ser tan tajante la vicepresidenta, por otra parte, puesto que Manuel Vicent, contó hace unos meses en El País que a Bette Davis le sirvieron en Denia, para comer, al menos dos docenas de gatos. Ella, que no sabía que era de gato, no quería otra clase de carne de las que había en Denia por aquel entonces. Sucedió en 1958, pero ¿cómo puede asegurar De la Vega que no pueda ocurrir ahora también?
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