Sostiene Cárpatos en un artículo titulado La leyenda falsa del largo plazo, que no es cierto que la Bolsa, a largo plazo, siempre suba. Pero ocurre que las circunstancias actuales no hacen que estos tiempos sean los mejores para hacer comparaciones con otros más pretéritos. Yo diría que es probable que la cotización actual de muchas empresas en la Bolsa sea inferior a la de su auténtica valía. Por tanto, cabría suponer que en cuanto la situación revistiera un mínimo de estabilidad, la citada comparación podría hacerse en términos más reales.
Dice Cárpatos que cuando la Bolsa baja es mejor no entrar, porque aún puede bajar más. Las recomendaciones de este analista financiero son muy buenas para quienes las sigan, siempre que sean pocos. Si nos ponemos en la tesitura de que la totalidad de los inversores vendan sus acciones, ante ella surgen dos problemas. El primero provendría de la dificultad para guardar el dinero en lugar seguro. Y el segundo es peor, porque supondría la quiebra total de todos. Ya no valdrían nada ni las acciones ni el dinero.
Si la economía resiste mal que bien, sin llegar al desplome total, es porque hay inversores que resisten y no venden sus acciones. Gran parte de la culpa de la crisis actual recae en el egoísmo y en las actuales circunstancias no resulta aconsejable fomentarlo, ni darle apariencia de sensatez. Lo adecuado en estos momentos es recomendar que quien pueda que invierta en Bolsa. Ya se sabe que sólo se debe invertir aquel dinero que no se va a necesitar a corto o medio plazo, para no verse obligado a malvender en el caso de que surja una necesidad imprevista.
La situación, por otro lado, es tan difícil, según van indicando la mayor parte de los analistas financieros, que requeriría una respuesta enérgica por parte del gobierno. Por su parte, todos los partidos políticos deberían olvidar la rentabilidad electoral de sus actuaciones y hacer un gran pacto que devolviera, al menos, parte de la confianza a los ciudadanos. Y la tarea más complicada que deberían abordar, si fueran capaces, sería la de convencer a todos para que dejen el miedo en casa y colaboren como puedan a mejorar la situación.
Dice Cárpatos que cuando la Bolsa baja es mejor no entrar, porque aún puede bajar más. Las recomendaciones de este analista financiero son muy buenas para quienes las sigan, siempre que sean pocos. Si nos ponemos en la tesitura de que la totalidad de los inversores vendan sus acciones, ante ella surgen dos problemas. El primero provendría de la dificultad para guardar el dinero en lugar seguro. Y el segundo es peor, porque supondría la quiebra total de todos. Ya no valdrían nada ni las acciones ni el dinero.
Si la economía resiste mal que bien, sin llegar al desplome total, es porque hay inversores que resisten y no venden sus acciones. Gran parte de la culpa de la crisis actual recae en el egoísmo y en las actuales circunstancias no resulta aconsejable fomentarlo, ni darle apariencia de sensatez. Lo adecuado en estos momentos es recomendar que quien pueda que invierta en Bolsa. Ya se sabe que sólo se debe invertir aquel dinero que no se va a necesitar a corto o medio plazo, para no verse obligado a malvender en el caso de que surja una necesidad imprevista.
La situación, por otro lado, es tan difícil, según van indicando la mayor parte de los analistas financieros, que requeriría una respuesta enérgica por parte del gobierno. Por su parte, todos los partidos políticos deberían olvidar la rentabilidad electoral de sus actuaciones y hacer un gran pacto que devolviera, al menos, parte de la confianza a los ciudadanos. Y la tarea más complicada que deberían abordar, si fueran capaces, sería la de convencer a todos para que dejen el miedo en casa y colaboren como puedan a mejorar la situación.
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