viernes, 3 de octubre de 2008

El tratamiento de la crisis

Hasta no hace mucho tanto Solbes como Zapatero negaban la crisis, a pesar de que ya muchos andaban asfixiados. Hace unos cuantos días, Solbes predijo que saldríamos de la crisis muy pronto, ya no recuerdo si lo vaticinó para el año próximo o el siguiente. Al mismo tiempo que él, Ramón Tamames decía que como muy pronto saldremos de la crisis en 2012. En la actualidad ya hay economistas que predicen una duración de diez años o más. Pero los profetas podían haber aparecido hace cinco o diez años, anunciando la crisis que padecemos ahora. Porque puesto que ya lo reconoce hasta Zapatero, es indudable que hay crisis y lo peor es que nadie sabe a ciencia cierta lo que puede ocurrir.
Es indudable que hay que tomar medidas. Hay quienes siempre están pidiendo el despido libre, o lo más parecido a él. No podían faltar en esta ocasión. Pero si se abarata el despido tal y como están las cosas ahora, puede sobrevenir el pánico. Cundiría la inseguridad entre la gente, lo que podría repercutir de forma muy negativa en la moral de la sociedad.
Pero es indudable que hay que tomar medidas y también lo es que los organismos oficiales españoles nos salen muy caros. Es la ocasión de reestructurar y organizar todo el entramado español. Hay que replantear la existencia de las diputaciones. Suprimirlas, podría significar un gran ahorro. Devolver todas las competencias de sanidad al gobierno central serviría para que la gestión fuera más eficiente e igualitaria y para eludir las quejas en lo que al reparto de fondos estatales se refiere. La Educación también debería volver al gobierno central. Es demasiado importante, depende de ella el futuro de todos, como para andar con jueguecitos. Habría que crear un lugar para que el gobierno central debatiera con los autonómicos las singularidades a introducir en cada sitio. Habría que reducir considerablemente los gastos destinados a las distintas televisiones. Y también habría eliminar todos aquellos organismos que si se prescinde de ellos al día siguiente nadie nota nada. Omnium Catalán, Academia Valenciana de la Lengua, etc. Sería conveniente reducir el número de asesores a lo estrictamente necesario, así como el de ministerios y consejerías.
Los ciudadanos verían de este modo que la clase política se había puesto manos a la obra y que efectivamente se habían apretado el cinturón. Eso infundiría algo de ese optimismo que tanta falta hace.

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