Afeé a cierto elemento que se las da de santurrón, ya que, a la mínima, saca el rosario y se pone a rezar, y que pronto será padre por quinta vez, que hubiera permitido cierta villanía a un Pájaro de Cuenta (así, con mayúsculas), en un ámbito de su influencia, lo que no casa nada bien con lo que quiere hacer creer que es. El santurrón me respondió alegando que tiene la conciencia tranquila, a lo que contesté que alegar la tranquilidad de conciencia no es un argumento y que De Juana también dice lo mismo. Su pretendida santidad dio paso a la furia, porque según él yo lo había comparado con el sanguinario etarra. Este supuesto enfado ya daba idea de que él no tenía nada más. Le dije lo obvio, que no lo había comparado con nadie, sino que había demostrado la futilidad de su argumento. Y ese contrincante mío accidental respondió con maldad, convirtiendo, además, en sicario a su subordinado laboral. Si él mismo se pone en la senda del mal, poco a poco puede llegar a ser como De Juana.
La cuestión es también Carrillo, que es bastante más avispado que el personaje del que he hablado antes, también alega que tiene la conciencia tranquila. A sus años y con lo que lleva vivido ya debería saber que eso no significa absolutamente nada. Además, la gente se fija en todo. Y lo que llama la atención de Carrillo, sobre todas las cosas, es que ni por asomo que la derecha, como él la llama siempre, pueda hacer algo bien. Más bien, según él, todos los males del mundo provienen de ese sector de la humanidad. Algo falla en este personaje.
En lo que a mí respecta, me da igual que alguien sea de derechas o de izquierdas, creyente o no creyente, porque ningún ser humano puede acertar en todo. Lo que interesa, entonces, no es la opción que ha elegido, sino la actitud con la que elige, los fines a los que orienta su vida. En todos los sectores hay buenas y malas personas. Entonces, quien condena al prójimo basándose en alguna de estas elecciones no puede sino dar mala espina.
La cuestión es también Carrillo, que es bastante más avispado que el personaje del que he hablado antes, también alega que tiene la conciencia tranquila. A sus años y con lo que lleva vivido ya debería saber que eso no significa absolutamente nada. Además, la gente se fija en todo. Y lo que llama la atención de Carrillo, sobre todas las cosas, es que ni por asomo que la derecha, como él la llama siempre, pueda hacer algo bien. Más bien, según él, todos los males del mundo provienen de ese sector de la humanidad. Algo falla en este personaje.
En lo que a mí respecta, me da igual que alguien sea de derechas o de izquierdas, creyente o no creyente, porque ningún ser humano puede acertar en todo. Lo que interesa, entonces, no es la opción que ha elegido, sino la actitud con la que elige, los fines a los que orienta su vida. En todos los sectores hay buenas y malas personas. Entonces, quien condena al prójimo basándose en alguna de estas elecciones no puede sino dar mala espina.
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