Supongo, porque no soy experto en leyes, que si la empresa ha despedido a una trabajadora suya que está en coma es porque la legislación lo permite. Y volvemos a lo de siempre, nuestros políticos, que son capaces de procurarse dignas jubilaciones y dignos modos de vivir, no aciertan a defender a quienes necesitan de la patria, porque si no se habla de patria en estas ocasiones, ¿cuándo se va a hacer?
Cabría pensar, y no sé si estoy en lo cierto, que dado que la empresa no tiene la culpa en estos casos, en el sentido de estricta justicia moral tampoco tendría que correr con ningún gasto. Puesto que el gobierno tampoco quiere correr con ellos, se permite romper la cuerda por la parte más débil, el trabajador, que tampoco tiene ninguna culpa. ¿Quién quiere enfermar gravemente o accidentarse? De ser así las cosas, los sindicatos habrían dado el visto bueno. Y la verdad es que, salvo error, tampoco se ha visto que ningún sindicato proteste por el despido de esta trabajadora.
Tratándose de un caso terrorífico, ni el gobierno, ni los partidos de la oposición, ni los sindicatos claman al cielo, promueven manifestaciones, ni anuncian castigos ejemplares. He aquí, entonces, que vemos que los trabajadores están en situación de indefensión ante un posible accidente o enfermedad grave. Acaso, hayan sido despedidos muchos a causa de alguna enfermedad larga, o de duración media.
De cualquier modo, la actuación de la empresa es bochornosa. Tal despreocupación por un ser humano, que quizá trabajó más de la cuenta, haciendo horas de más, o desplazándose por sus medios a otra sucursal para cubrir alguna baja, resulta a todas luces inadmisible. Hay empresarios que suelen pensar que los trabajadores son máquinas, pero si lo fueran trabajarían únicamente el tiempo establecido. Puesto que son personas, muy a menudo hacen mucho más de lo que corresponde, sin que se les agradezca. Pero si la actitud de la empresa es criticable, la pelota realmente está en el tejado del gobierno.
Cabría pensar, y no sé si estoy en lo cierto, que dado que la empresa no tiene la culpa en estos casos, en el sentido de estricta justicia moral tampoco tendría que correr con ningún gasto. Puesto que el gobierno tampoco quiere correr con ellos, se permite romper la cuerda por la parte más débil, el trabajador, que tampoco tiene ninguna culpa. ¿Quién quiere enfermar gravemente o accidentarse? De ser así las cosas, los sindicatos habrían dado el visto bueno. Y la verdad es que, salvo error, tampoco se ha visto que ningún sindicato proteste por el despido de esta trabajadora.
Tratándose de un caso terrorífico, ni el gobierno, ni los partidos de la oposición, ni los sindicatos claman al cielo, promueven manifestaciones, ni anuncian castigos ejemplares. He aquí, entonces, que vemos que los trabajadores están en situación de indefensión ante un posible accidente o enfermedad grave. Acaso, hayan sido despedidos muchos a causa de alguna enfermedad larga, o de duración media.
De cualquier modo, la actuación de la empresa es bochornosa. Tal despreocupación por un ser humano, que quizá trabajó más de la cuenta, haciendo horas de más, o desplazándose por sus medios a otra sucursal para cubrir alguna baja, resulta a todas luces inadmisible. Hay empresarios que suelen pensar que los trabajadores son máquinas, pero si lo fueran trabajarían únicamente el tiempo establecido. Puesto que son personas, muy a menudo hacen mucho más de lo que corresponde, sin que se les agradezca. Pero si la actitud de la empresa es criticable, la pelota realmente está en el tejado del gobierno.
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