miércoles, 15 de octubre de 2008

La Inquisición

Éste fue uno de los peores inventos del diablo. Vino a llenar de desconfianza, temor y falsedad a las familias. El Santo Tribunal daba un plazo de gracia de treinta días para que todos aquellos que se creyeran culpables confesaran sus culpas. Además, todos tenían la obligación de denunciar a quien fuera, familiar o no, en cuanto notaran algo sospechoso. Cuando se habla de denunciar a un familiar, no se trata de uno lejano, sino que podía ser el hijo o el padre, la esposa o la madre. La denuncia debía ser secreta y estaba prohibido avisar a la persona denunciada. El quebrantamiento de este mandato tenía un castigo tan grave como la misma herejía.
Esta institución tan atroz ha funcionado bajo el mandato de muchos Papas, sin que ninguno diera en caer en la cuenta de que era totalmente contraria a lo que se supone que es el cristianismo. Se puede decir sin ambages y sin temor a caer en el error, que la Inquisición ha hecho mucho daño a la humanidad en general y no sólo a aquellos que ha torturado y matado. Porque ha frenado el desarrollo natural del mundo, impidiendo que afloraran ideas que podían ser útiles, y porque como ya se ha dicho al principio, inevitablemente tuvo que envenenar las relaciones familiares y sociales.
Y sin embargo, hoy en día sigue habiendo, en la Iglesia, algún organismo heredero del Santo Oficio, alguna reminiscencia de lo que fue. La mentalidad represora y censora sigue vigente. El pasado no ha proporcionado ninguna enseñanza, como no sea en el arte de la destreza para manejar el poder. Perdura por otra parte, en nuestra sociedad, el hábito inquisitorial, el deseo de castigar al que no camina por la senda marcada.
Incluso Santa Teresa de Ávila tuvo que cuidarse del Santo Oficio. Aunque la sangre no llegó al río, es decir, no se le llegó a abrir proceso, fue denunciada varias veces, como no podía ser menos. Un comentario suyo del salmo Audi, filia fue incluido en el índice. Y tuvo que cuidarse porque siendo mujer no debería empeñarse en poder discurrir como los hombres. ¿Cómo hubiera sido Santa Teresa sin la Inquisición? ¿Qué hubiera sido capaz de hacer?

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