domingo, 19 de octubre de 2008

La garzonada

Leemos continuamente en la prensa que la justicia española va muy lenta, que carece de medios y de personal. Y leemos también que los jueces temen que como consecuencia de la crisis aumente considerablemente su trabajo. Y hete aquí que aparece un juez que tiene tiempo y funcionarios para acometer una tarea que puede ser cualquier cosa excepto urgente o recomendable.
Franco ya murió hace mucho tiempo. Franco y el franquismo ya están siendo investigados, y desde hace mucho, por los historiadores. La tarea que se ha impuesto Garzón parece una bravuconada de las grandes. ¿Por qué se cree él capacitado para semejante intento?
Del franquismo provienen personas admirables, como Adolfo Suárez. No digo que todas las personas que provienen del franquismo lo sean. Pero sí que entre ellas las hay que son muy buenas personas. Entre las contrarios al franquismo las hay que no son muy recomendables. ¿Puede tenerse por recomendable a un juez que busca reverdecer el enfrentamiento entre los españoles? Porque lo único que puede sacar en limpio este mediático juez es reavivar la discordia y hacer que la gente rememore los agravios pasados. Zapatero no es el único al que le fusilaron un abuelo.
Se conoce que Garzón no puede vivir si no está en todas las portadas de todos los periódicos del mundo y cuando, por un motivo o por otro, se vea obligado a dejar este caso, buscará otro capaz de hacer repicar todas las campanas del mundo. ¿Es ético que un juez disponga de los recursos de la Nación para obrar a su antojo? Teniendo en cuenta, además, que en estos tiempos escasean. A mí no me molestaría que juzgaran a Franco o a quien fuera, si fuera necesario y si se fuera a obtener algún beneficio de ello. Pero lo único que se puede conseguir en este caso, en el supuesto de que Garzón no cometa excesivos errores en la instrucción, es soliviantar a buena parte del personal, puesto que su investigación es unidireccional. Desconoce este juez que la impunidad no existe, ni para Franco, ni para él, ni para nadie. La Historia juzga a todos y dicta su veredicto inapelable.

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