miércoles, 28 de abril de 2010

El antifranquismo, hoy

Quienes no tienen reparos en abrazar y alabar a crueles dictadores de derechas e izquierdas, como Castro, Chávez o Mohamed, sacan a pasear a Franco de vez en cuando. Quizá porque las dictaduras no les molestan, sino Franco y por motivos electorales además. Una dictadura, sea de derechas o de izquierdas, necesita recurrir a la violencia para sobrevivir.
Sabemos por Garzón que Franco murió, quizá hasta ese momento sólo teníamos sospechas, que de todos modos debieron ser muy fuertes, puesto que su Régimen fue desmontado de inmediato, lo que constituyó un rechazo explícito del pueblo español a la dictadura. No hay oposición social a que rehabilite a los represaliados del franquismo, ni tampoco a que se localice a los muertos y se les entierre adecuadamente, lo no se entiende tanto son las trompetas y los clarines y toda la fanfarria que rodea al asunto.
Fueron dos hombres provenientes del franquismo, Suárez y Gutiérrez Mellado, los que antes de que se produjera el golpe de Estado trataron de impedir por todos los medios que se llevara a cabo y cuando se produjo arriesgaron sus vidas por defender a la democracia. Fueron otros los que tontearon con los golpistas antes del golpe y se tiraron al suelo cuando se produjo. Fueron dos hombres procedentes del franquismo, Suárez y el Rey, quienes lo desmontaron, y fueron otras personas, procedentes del franquismo y de otros sectores, quienes trucaron la democracia que demandaba el pueblo por la partitocracia que padecemos. Se sustituyó la dictadura personal por la dictadura de los partidos.
Por otro lado, no queda más remedio que reconocer que la misma obsecuencia y veneración al poder existe ahora que en los tiempos de Franco. Hoy en día, quien sin apoyos de ningún tipo ose expresarse libremente corre serio peligro. Un ejemplo de ello es Jesús Neira.

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