Hay
una idea recurrente según la cual lo privado funciona mejor que lo
público. Para contrastarla, se ponen unos cuantos ejemplos y ya
está. A partir de esa idea básica, el político de turno,
generalmente del PP, ya se puede sentir legitimado para privatizar.
El
asunto es peligroso, porque luego los beneficiarios de la
privatización pueden ser 'los más listos'.
Lo
de privatizar servicios públicos tiene delito porque lo correcto
cuando algo no funciona bien es tratar de solucionar lo que falla. Y
si quien tiene que hacerlo no se siente capaz la solución correcta
es presentar la dimisión y no darle el negocio a una persona que
quizá sea amiga o familiar.
Esos
políticos que sueñan con privatizar todo lo privatizable (y hay
cosas que nunca lo serán), deberían fijarse en cómo funcionan las
mismas cosas en otros países. Quizá se encuentren con que el
problema no consiste en que lo público no funciona, sino que en
España se premia a los pelotas y no a los que realmente pueden
aportar utilidad al servicio.
Hay
profesores en la enseñanza pública, médicos en la medicina
pública, barrenderos en la limpieza pública, que desempeñan sus
tareas del mejor modo que pueden. Si pasaran a depender de empresas
privadas, su celo podría disminuir, puesto que ya se sabe, por
lógica y por experiencia, que en las empresas privadas rige el afán
de lucro.
Después
de haber privatizado, con resultado calamitoso, aunque la propaganda
diga otra cosa, parte de la Sanidad, ahora se pretende privatizar la
gestión del desempleo.
La
cuestión es la siguiente: El calamitoso Zapatero puso a España a
los pies de los caballos. Y después de Zapatero ha llegado Rajoy,
porque estamos en España y la política española da lo que da.
Rajoy ha entregado España, cautiva y desarmada, a los oligarcas.