Cuando
casi todo el mundo está esperando que Rubalcaba se vaya, va éste y
afirma que el PSOE ha vuelto. O sea, que se había ido. Sin embargo,
lo que parece es que está sin estar. Lo que desean casi todos es que
llegue Susana Díaz, para ver si es capaz dc poner orden en el
partido.
Felipe
González lo dijo a lo bruto: “Rubalcaba tiene un problema de
liderazgo de cojones”. La realidad es que Rubalcaba está tan
hipotecado por sus actuaciones anteriores en el gobierno que no puede
mover un dedo sin contradecirse. Sus intentos de disimular la
realidad de las cosas no pueden dar más que risa. Esas chorradas que
le dice a Pere Navarro, otro que tal.
El
PSOE tuvo una influencia muy grande en la redacción de la
Constitución española. Es lógico que pasado el tiempo se piense
que tiene algunos fallos que deberían ser corregidos. Pero lo que
hace el PSC no es pedir que se intente solucionar este apartado de la
Constitución, o el otro, sino que directamente la traiciona.
Traicionar a la Constitución es traicionar al pueblo español,
Cataluña incluida lógicamente. Y Rubalcaba no puede llamar al orden
al PSC. Sí puede hacerlo Susana Díaz. Si Rubalcaba fuera razonable
se iría a casa. Pero, salvo raras y honrosas excepciones, a los
políticos españoles no se les puede despegar de la poltrona ni con
agua caliente.
El
PSC, y también el PSE, se han tenido que teñir con el barniz
nacionalista porque el PSOE ha pactado varias veces con CiU y con el
PNV. Cosa que también ha hecho el PP. Y al caer en esa trampa han
prostituido a sus partidos, porque el PSOE, por definición, no tiene
nada que ver con el nacionalismo. El PP sí que podría estar más
próximo ideológicamente, pero esas alianzas le han perjudicado
mucho, paradójicamente, en Cataluña y en el País Vasco.
El
caso es que la situación que vive España es grave, por lo que todos
los políticos que molestan deberían retirarse.
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