El
hecho de que se destine dinero de los impuestos para hacer una
televisión partidista y tendenciosa es un acto de naturaleza
inequívocamente corrupta. Que todas las televisiones públicas
españolas hagan lo mismo no resta ni un ápice de culpa.
Hace
tiempo que dejé de ver la televisión, porque no me gusta ser
cómplice de barbaridades como estas, de modo que la información me
llega por otros caminos. Me he enterado de que los trabajadores de
RTVV han tratado de desprestigiar al gobierno valenciano, y
probablemente lo han conseguido. Lo que no han tenido en cuenta es
que en primer lugar se han desprestigiado ellos mismos, puesto que son
los que llevaban a cabo lo que denuncian y mientras salían ganando
colaboraban en el engaño a los espectadores. Esas cosas tienen
mérito cuando se hacen en su momento. Las venganzas nunca han sido
buenas.
Según
una información publicada por La Vanguardia el 26 de noviembre de
2011, el coste medio de los trabajadores de TV3 era de 62000 euros al
año. No me enterado de cuál es el coste medio los trabajadores de
RTVV, pero sí que sé que eran muchos los que querían trabajar en
ella.
Por
parte de los socialistas cabe destacar que el actual Secretario
General de los socialistas valencianos dijo el 8 de junio de 2012 que
“si el actual Canal 9 muere, nadie llorará por su desaparición.”
Un poco antes, concretamente el 23 de enero de 2011, José Blanco,
entonces ministro de Fomento, pidió el cierre de Canal 9.
No
me extrañaría nada que los socialistas dijeran hoy lo contrario. La
política que se hace en España es de vuelo bajo, siempre buscando
la rentabilidad electoral.
Hasta
ahora no he dicho nada de los sindicatos. También los hay dentro de
las televisiones públicas españolas. Y no dicen nada acerca de que
se usan para manipular a los televidentes. Se dejan mecer por las olas.
La
única posibilidad de supervivencia que tienen la televisiones
públicas que quedan es, precisamente, que dejen de manipular.
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