El ayuntamiento de Barcelona decidió romper con Israel y además no contratar con empresas que no adopten el mismo posicionamiento.
En toda esa propaganda que se lanza contra Israel, acusándolo de genocida, se echa en falta que mencionen el brutal ataque del 7 de octubre y que al mismo tiempo exijan la liberación de los 130 rehenes que tiene Hamás.
Es imposible que alguien pueda pensar que los terroristas tienen alguna intención de liberarlos. Si Israel cesara en sus ataques, eso no significaría que Hamás los liberara. Ni tampoco que no volviera a atentar.
Israel sufre constantemente las acometidas de Hamás, Hizbulá y hasta de Irán, eso por la vía de los bombardeos o ataques terroristas.
Por la vía de la propaganda el acoso es asfixiante, y cuenta con la participación de toda la izquierda y la extrema izquierda mundial. Las gentes razonables de izquierda, que lógicamente no han hecho acopio de las dosis necesarias de cinismo, han sido catalogadas como traidoras y expulsadas hacia la derecha.
Ya saben los barceloneses, o deberían saber, que han sido puestos al nivel de los terroristas. Especialmente, los barceloneses que votan a los partidos que dominan, mediante su alianza entre ellos.
Esa falta de humanidad y del sentido de la justicia que demuestran no les puede salir gratis. Esa misma injusticia, ese mismo salvajismo, que aprueban en otros lugares, acabará dándose también en la ciudad en la que viven.
Si no son capaces, los ciudadanos digo, porque de los dirigentes que tomado esa decisión no cabe esperar nada bueno, el fracaso de la convivencia lo tienen asegurado. La única manera de convivir en paz está basada en el amor a la justicia.
La prioridad del mundo entero debería ser la liberación de los rehenes. Pero no se ve que los ciudadanos de Gaza pidan esto como movimiento previo para rogar el alto el fuego. Ni tampoco lo pide toda esa propaganda maldita, carísima y embustera.
