Cristina Fernández Wilhelm, conocida como Cristina Kirchner, fuente de rumores de todo tipo, y que según cuentan los diarios argentinos gasta mucho más dinero en ropa, peluqueros y complementos que la mismísima De la Vega, y que de acuerdo con las mismas u otras fuentes, mientras el patrimonio de los argentinos decrece a ritmo vertiginoso, el de ella crece a gran velocidad, hizo unas declaraciones en las que vino a decir, entre sonrisas maliciosas, que la carne de cerdo cumple el mismo papel que el Viagra.
La cosa no hubiera pasado de ser una anécdota, graciosa para sus seguidores y sosa para quienes no la tragan, que a estas alturas deben de ser más, si no fuera porque el precio de la carne de vacuno está aumentando considerablemente y lo que pretendía la presidenta era incitar al consumo de la carne de cerdo. En estas circunstancias, de ella fue un insulto en toda regla al pueblo argentino. Uno más, porque estos políticos, o estas políticas, que hacen alarde de vestuario en tiempos en que un buen número de ciudadanos vive atenazado por la angustia, demuestran tener un absoluto desinterés por los problemas de la gente.
La desvergüenza de la familia Kirchner se pone de manifiesto si se tiene en cuenta que alrededor de Argentina hay, al menos, tres países claramente emergentes: Chile, Perú y Brasil. En la época en que nació la actual presidenta, Argentina era una de las mayores potencias económicas del mundo. El rápido declive de esta otrora gran nación es digno de estudio y análisis. Pero lo del matrimonio Kirchner echándose en brazos de Chávez es nefasto. No tiene sentido que la nación más europea de América se digne tan siquiera a escuchar a ese engendro venezolano que pretende erigirse en caudillo de toda la América del Sur. La nación argentina no debería caer en esas ridiculeces. Es hora de que encuentre dirigentes serios que, con prudencia pero sin pausa, adopten las medidas que verdaderamente necesita.
'La Odisea contada a los niños'
'Fantasías animadas'
La cosa no hubiera pasado de ser una anécdota, graciosa para sus seguidores y sosa para quienes no la tragan, que a estas alturas deben de ser más, si no fuera porque el precio de la carne de vacuno está aumentando considerablemente y lo que pretendía la presidenta era incitar al consumo de la carne de cerdo. En estas circunstancias, de ella fue un insulto en toda regla al pueblo argentino. Uno más, porque estos políticos, o estas políticas, que hacen alarde de vestuario en tiempos en que un buen número de ciudadanos vive atenazado por la angustia, demuestran tener un absoluto desinterés por los problemas de la gente.
La desvergüenza de la familia Kirchner se pone de manifiesto si se tiene en cuenta que alrededor de Argentina hay, al menos, tres países claramente emergentes: Chile, Perú y Brasil. En la época en que nació la actual presidenta, Argentina era una de las mayores potencias económicas del mundo. El rápido declive de esta otrora gran nación es digno de estudio y análisis. Pero lo del matrimonio Kirchner echándose en brazos de Chávez es nefasto. No tiene sentido que la nación más europea de América se digne tan siquiera a escuchar a ese engendro venezolano que pretende erigirse en caudillo de toda la América del Sur. La nación argentina no debería caer en esas ridiculeces. Es hora de que encuentre dirigentes serios que, con prudencia pero sin pausa, adopten las medidas que verdaderamente necesita.
'La Odisea contada a los niños'
'Fantasías animadas'