En
un chiste antiguo le llega el turno a alguien en la aduana y el
aduanero le pregunta: ¿Qué lleva en la maleta? Comida para cerdos,
responde el interpelado. El aduanero abre la maleta y comprueba que
está llena de pequeños electrodomésticos, y dice: ¿Esto es comida
para cerdos? Y le contesta el otro: Yo se lo daré; si no se lo comen
lo tendré que vender, claro.
De
donde se desprende que eso de que los cerdos comen de todo es una
leyenda urbana. Hay cosas que no les sientan bien. Tragaderas más
amplias tienen los bancos. Hace algún tiempo, fue condenado a sólo
tres meses de cárcel Alfredo Sáenz. Hizo algo muy feo. Si lo
hubiera hecho Marujita Díaz se moriría de vergüenza. A pesar de la
condena no dimitió de su cargo, y ese hecho tuvo que ser considerado
positivo para la banca, porque de no ser así se le hubiera obligado
a dimitir. Y una vez que se ha producido la dimisión también es
positivo para la banca.
Zapatero
fue un presidente muy preocupado por los pobres. El término “los
pobres” es muy amplio. Se puede ser muy rico en unas cosas y muy
pobre en otras. De modo que si decidió indultar, e incluso más que
indultar, porque se excedió en sus atribuciones, cabe interpretar
que lo vio como pobre. Zapatero, aunque parezca lo contrario, tiene
vista de lince. No vio venir la crisis, pero sí el modo de ganar las
elecciones primero y de hundir para siempre a Rubalcaba después.
Rajoy
también quería indultar a este banquero, pero sin que se notara.
Como buen gallego, no ha dejado ver si se fija en su lado pobre o en
su lado rico. Finalmente, no ha podido ser. Quizá, quizá, se le
aconsejado que dimita, porque a destituirlo no se atrevía nadie.
De
todos modos, no parece que el tal Sáenz vaya a pasar hambre.