Ha salido el libro ‘El hundimiento del Banco de Valencia’, escrito por Juan Broseta y publicado por Samaruc, en el que el autor, ingeniero de profesión, da cuenta de sus investigaciones. Sin ánimo de desmerecer su encomiable tarea, hasta el momento no llevada a cabo por nadie, quisiera hacer notar que si la hubiera llevado a cabo un profesional seguramente el alcance habría sido más amplio.
El Banco de Valencia ya estuvo en trance de desaparición anteriormente, también a causa de su elevada exposición al riesgo inmobiliario, episodio este que no recoge el libro. En aquella ocasión el Banco Central puso el grito en el cielo, como si no hubiera sido obligación suya enterarse de lo que estaba pasando, sustituyó al presidente por el, hasta ese momento, vicepresidente, como si no tuviera ninguna responsabilidad en lo ocurrido, y destituyó al director general; en su lugar puso a un botarate, procedente de las propias filas del Banco Central, con categoría de Consejero Delegado, para salvar al Banco de Valencia. Lo habría hundido si la sociedad valencia no se hubiera empeñado en mantenerlo.
En la segunda ocasión la sociedad valenciana no pudo hacer nada porque la persona enviada por el FROB para salvarlo, según la opinión de muchos que siguieron el proceso, venía, en realidad, a impedir que eso pudiera ser, porque lo que se pretendía era otra cosa. En una entrevista, Salvador Climent dijo que la venta del Banco de Valencia fue un rescate encubierto a Caixabank.
La venta del paquete de acciones del Banco de Valencia en poder del Banco Central, que ya no se llamaba así, sino Central Hispano, al Bancaja, con portazo final de Escámez, cuyo hermano ya no estaba en la presidencia del banco vendedor, quizá fuera digna de una película.
En libro no aparece Julio de Miguel y este es un dato interesante, porque según Broseta las trapazas de Parra comenzaron antes de él y siguieron después.
Domingo Parra, al que se tenía por brillante entre el empresariado valenciano, cayó por torpe, porque se estaba jugando todo el banco en el negocio inmobiliario y no supo prever el estallido de la burbuja inmobiliaria, sin el cual probablemente seguiría haciendo de las suyas.
Rodrigo Rato dejó caer al Banco de Valencia en un arranque de furia contra Olivas, por algo que hizo éste sin consultarle previamente, y eso salió muy caro a todos, incluido el propio Rato.
Dan miedo todas las cosas que cuenta Broseta que se iban haciendo a lo largo del tiempo, porque permite pensar que también se hacen en otros bancos y otras empresas y es urgente, pues, y siempre lo ha sido, que la Justicia sea independiente.
Las querellas que interpuso UPyD en su día, y por eso se cargaron a este partido, no tienen quien las quiera. Ningún partido ni sindicato las ha asumido, a pesar de que convienen a todos los españoles. No las asumen porque temen que de hacerlo llegue su fin.
Lo ocurrido en el Banco de Valencia puede ser sólo una puntita.