Un día estaba luciendo con prepotencia su grosería y al siguiente había sido puesto tras una columna, por haber sido sustituida por otra igual de grosera.
Esos que presumen de cabalgar contradicciones, en realidad, hacen cada vez lo que les da la gana o les conviene, sin atender a razones éticas o morales, ni guardar la compostura. Esta vez les interesaba olvidar que se la tienen guardada y tendieron una trampa burda, como siempre, pero no dio resultado.
He leído por ahí que uno de esos, con la cara dura de costumbre, dijo en el programa de Ana Rosa Quintana que los comunistas han luchado por la democracia. Y la presentadora lo aceptó. El comunismo estaba en trance de desaparición en todas las democracias y al gobierno de la URSS le convenía que estuviera representado en los distintos Parlamentos, por lo cual inventó el eurocomunismo. No es, pues, que luchara por la democracia, sino que se adaptó a la democracia. Precisamente eso fue lo que permitió que Adolfo Suárez legalizara al PC. Santiago Carrillo era muy inteligente y colaboró con el entonces presidente, porque le resultaba provechoso. A él. Pero estaba ciego de odio. Marcelino Camacho, que no daba muestras de odiar tanto, defendió la Ley de Amnistía, que benefició a los etarras y perjudicó a los españoles. Los sinvergüenzas tergiversan, con muy mala intención, este episodio. Los comunistas que sufrimos hoy no tienen nada que ver con el eurocomunismo, sino que el suyo es el peor de los comunismos, el más radical y sanguinario.
Esta, no diré rata, persona que abandona el barco lo hace por haber visto una vía de agua en el suyo y tras haber incitado a otros a que la intenten tapar, sin obtener respuesta afirmativa, ha tenido que asumir el reto personalmente. Nadie espera que haga uso de esos grandes descubrimientos de la humanidad que dan forma a la civilización y que se llaman, educación, buenos modales, cortesía y gusto por el juego limpio.
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