Vergüenza para las mujeres es que una de ellas que ha accedido al cargo de ministra sin más méritos para ello que ser ‘señora de’ y cuya ignorancia y poca educación se ponen de manifiesto en cada una de sus actuaciones, se arrogue la representación de todas y se erija en defensora de los intereses de las féminas. Dijo CAT, y convengo con ella en esto, que es la mujer más humillada de España.
Es vergonzoso el aniversario que se cumple hoy, puesto que parte del gobierno se quejaba de que no pudieron tomar a tiempo las medidas que demandaba la pandemia que sufrimos para no privarle a la ministra de la justificación de ese ministerio que ocupa y que le permite derrochar millones y millones que se necesitan para atender a gente en situación vulnerable y que, por su causa, se quedan sin nada. La manifestación tenía que celebrarse por encima de todo, aunque costara vidas. Es una vergüenza para las mujeres que una conmemoración bella y emotiva se utilice para fines espurios.
Las feministas de antaño arriesgaban mucho. Arriesgaban la vida, y a menudo la perdían de forma cruel y dramática. Hoy quienes arriesgan son los que les llevan la contraria a los podemitas. Se arriesgan a ser acosados de manera criminal, porque todo acoso es criminal, y se arriesgan a ser bloqueados en Twitter, y esto da risa, porque demuestra su inconsistencia moral. Quien vive de los impuestos no debe bloquear a quien los paga.
Alguien se fijó en que en la derecha hay mujeres alfa, que se abren camino en la vida por sí solas, y en la izquierda sobresalen mujeres beta, que siempre están a la sombra del varón.
El feminismo en sus orígenes era una protesta contra la injusticia, es decir, un homenaje a la justicia. Lo protagonizaron mujeres nobles valientes y desinteresadas.
Las mujeres que pretenden apoderarse hoy del movimiento no tienen nada que ver con la nobleza, con el valor, ni con el altruismo.
El término ‘pedorro’ ya no se usa mucho, pero conviene volverlo al primer plano.
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