La primera vez que supe de ellos fue cuando fotografiaron a cierta dama, cuyo nombre no recuerdo, aunque quizá sea fácil de localizar. Me refiero a esa fotografía en la que la pillaron sin bragas, sentada en una discoteca. Ella se había casado o se iba a casar con uno de los Albertos, que se acababa de divorciar, o quizá se divorció precisamente por esa foto. Tampoco lo recuerdo bien. No sé si es una herejía decir que supe de ellos entonces, quizá debí tener noticia desde antes, pero así es como fueron las cosas. Supe que eran dos primos, que se habían casado con dos hermanas muy ricas, de las que tampoco había sabido nada hasta ese momento, y que ambos tenían el mismo nombre y también los dos solían usar gabardina, y que juntos se habían casado y juntos se habían divorciado. Y si no juntos, con poca diferencia de días. Y tampoco sé si lo suyo, lo de los Albertos, fue un braguetazo en toda línea o si ya tenían dinero antes. Luego, resultó muy divertido saber que una de las dos hermanas dijo que lo único que no perdonaba a su ex, o sea a uno de los Albertos, es que la hubiera sacado del anonimato. Eso viene a demostrar que el divorcio por sí mismo no significó ningún trauma para ella, sino en todo caso un respiro.
Los Albertos, no obstante, han estado en el primer plano del mundo de los negocios, ocupando lugares de privilegio en los consejos de administración. No sé si eso concede buena o mala nota a los consejos en los que han estado o están. Lo que parece más claro es que el dinero abre más puertas que ninguna otra cosa. Ahora los dos primos se han salvado de ir a la cárcel, también juntos, también al unísono, pero eso no significa, probablemente, que cualquiera se pueda salvarse de lo mismo. Resulta aventurado imaginar lo que hubiera ocurrido si en lugar de ser ellos los condenados hubieran sido otros.
Los Albertos, no obstante, han estado en el primer plano del mundo de los negocios, ocupando lugares de privilegio en los consejos de administración. No sé si eso concede buena o mala nota a los consejos en los que han estado o están. Lo que parece más claro es que el dinero abre más puertas que ninguna otra cosa. Ahora los dos primos se han salvado de ir a la cárcel, también juntos, también al unísono, pero eso no significa, probablemente, que cualquiera se pueda salvarse de lo mismo. Resulta aventurado imaginar lo que hubiera ocurrido si en lugar de ser ellos los condenados hubieran sido otros.