Dice Botín que las medidas del gobierno son duras, pero imprescindibles. Es que todavía no ha nacido el presidente del gobierno español que tenga arrestos suficientes para decir que meterá en la cárcel a los banqueros que hayan despedido empleados por culpa de la crisis o que se hayan visto atrapados por el excesivo peso del ladrillo en sus balances. Si esto sucediera, veríamos si a Botín también le parecían unas medidas duras, pero imprescindibles.
Siempre que el gobierno, bien sea el de Zapatero, bien el de Rajoy, ha tomado medidas que perjudican a los pobres, ahí ha estado Botín aplaudiendo.
Me interesa, por otro lado, lo que dicen Fernando Savater, Pedro Aparicio, José María Ruiz Soroa, Aurelio Arteta, Félix de Azúa y, en definitiva, todos aquellos cuya independencia de criterio está fuera de toda duda y cuyas ideas o intereses personales no condicionan la opinión que les pueda merecer cada asunto.
No pongo en duda tampoco que puede haber personas que se aprendan de memoria los discursos de Botín, y que incluso estén deseando hacérselo ver. Desean, y algunos probablemente lo consiguen explicarle a Botín lo maravilloso que les parece su discurso, tan maravilloso que hasta se lo han aprendido de memoria.
En lo que a mí respecta, y como se puede suponer por lo que antecede, me da lo mismo la opinión de Botín, que la de botón.
No me parecen las medidas del gobierno las más adecuadas y no creo que Rajoy se hubiera atrevido a tomarlas de no tener la excusa de la grave situación que padecemos. El camino correcto para ahorrar dinero consiste en racionalizar el gasto, suprimiendo todo lo inútil, y para ello hubiera sido necesario un pacto con el PSOE y todos los demás partidos que quisieran unirse. Claro que en este caso no se hubieran hecho las reformas que tanto deseaba Botín, por lo que se hubiera quedado con un palmo de narices.
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