Resulta curioso que los vulnerables a la adulación menosprecien a Adolfo Suárez por haber utilizado esta debilidad suya para alcanzar el poder. No se dan cuenta tampoco de que luego Adolfo Suárez utilizó el poder en beneficio de España, mientras el egoísmo era lo que prevalecía en ellos. Si no hubiera sido así no les hubiera costado nada reconocer en todo momento los méritos del genial y generoso artífice de la Transición.
No necesitó de la adulación para ganarse la confianza de Gutiérrez Mellado y Carrillo, que no se la retiraron jamás. Se le reprocha que hiciera lo difícil y fallara lo fácil, sin caer en la cuenta de que lo difícil, la Transición, es lo que hizo solo. Y lo fácil, en lo que falló, es lo que hizo en colaboración con los demás. Ni la Constitución, ni el Estado de las Autonomías, ni la UCD fueron cosas que hizo a solas. Esas personas que le reprochaban su escasa cultura, hasta el punto de que un diputado socialista cuyo nombre no recuerdo, adaptó para la ocasión unos versos de Lope de Vega y trató de colárselos a Adolfo Suárez como si fueran de Santa Teresa de Ávila, pudieron haberse dado cuenta de que se estaba jugando el futuro de España y haber arrimado el hombro.
Adolfo Suárez, como persona responsable y madura, fue consciente desde el primer día de que en cualquier momento podía darse el golpe de Estado. Por tanto, su vida estaba en juego. Y dio todos los pasos que había que dar y en todo momento procuró beneficiar a todos. A su alrededor pululaba un enjambre de juguetones irresponsables. Esas personas que se tenían por tan cultas, en lugar de gastar bromitas con los versos, podían haber pensado mejor la Constitución, podían haber pensado mejor el Estado de las Autonomías, procurando un sistema justo, en lugar de intentar contentar a todos, etc.
Se equivoca Antonio Franco, en su artículo de hoy en El Periódico, al comparar a ZP con Adolfo Suárez.
No necesitó de la adulación para ganarse la confianza de Gutiérrez Mellado y Carrillo, que no se la retiraron jamás. Se le reprocha que hiciera lo difícil y fallara lo fácil, sin caer en la cuenta de que lo difícil, la Transición, es lo que hizo solo. Y lo fácil, en lo que falló, es lo que hizo en colaboración con los demás. Ni la Constitución, ni el Estado de las Autonomías, ni la UCD fueron cosas que hizo a solas. Esas personas que le reprochaban su escasa cultura, hasta el punto de que un diputado socialista cuyo nombre no recuerdo, adaptó para la ocasión unos versos de Lope de Vega y trató de colárselos a Adolfo Suárez como si fueran de Santa Teresa de Ávila, pudieron haberse dado cuenta de que se estaba jugando el futuro de España y haber arrimado el hombro.
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'Contra el Arte y otras Imposturas'
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'Napoleón y la locura española'
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