Cuando María Jesús González e Irene
Villa visitaron a Zapatero y éste les respondió: «os comprendo,
porque a mí también me mataron a mi abuelo», quedó claro que
Zapatero no solo es malo, sino también bobo.
El presidente del gobierno de un país
democrático no debe hacer patente su maldad, si es que la tiene.
Otra cosa sería si se tratara de una dictadura, porque necesitaría
infundir temor.
Tenemos noticia de la prodigalidad de
Maduro con quienes le bailan el agua, por lo que no es descabellado
pensar, en vista del empecinamiento de Zapatero en defender al tirano
que quizá esa conducta no se deba solo a su gusto por hacer el mal,
sino que puede haber un beneficio en ello. Claro que él dice que
‘trabaja por la paz’ y que ésta solo puede llegar por la vía
del diálogo, pero es que se cree que todos somos tan bobos como él,
aunque tampoco sería extraño que se estuviera burlando del
personal. Con un tirano no hay posibilidad de diálogo, puesto que
sabe muy bien que si pierde el poder su vida corre peligro y para
mantenerlo ha de tratar con dureza a sus opositores.
Zapatero es de esos que siempre tienen la
palabra paz en la boca, pero es prostituirla y denigrarla. Pretendía
la paz con ETA. Y hay que tener en cuenta lo que dice Abascal sobre
este asunto, y es el único dirigente político que lo dice, pero si
los demás lo callan es por motivos poco confesables.
Cuando todos los gobiernos demócratas
del mundo se han vuelto en contra de Maduro, porque es mucho lo que
está haciendo padecer a los venezolanos, que están arriesgando
mucho con el fin de librarse de él, Zapatero se va a apoyarlo, sin
temor a hacer el ridículo una vez más, y confiando en que Sánchez,
otro que tal baila, diga que está recuperando su legado.
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