Insisten quienes gobiernan en la Comunidad Valenciana en continuar con la Fórmula 1, e incluso prorrogar el contrato hasta casi el fin de los tiempos. E incluso corre la desafortunada especie de que el circuito valenciano de quita y pon puede desbancar al de Cataluña. De modo que el Estado de las Autonomías sirve para que el listo que gobierna la Fórmula 1 se forre a costa de la rivalidad de dos de ellas.
La partida de gastos de la Generalidad Valenciana que más duele es la que se refiere al pago de los intereses de la deuda. Es más fácil dejar de pagar algunas nóminas que posponer el pago de esos intereses.
La deuda de la Generalidad es alta porque quienes deciden continuar con la Fórmula 1 también decidieron en su momento incurrir en ese gasto. Y a eso le llaman buena gestión. Los datos, sin embargo, son estos: la Autonomía valenciana tiene la mayor deuda porcentual de España y casi el mayor porcentaje de parados. Además de eso, se han ido a pique todas las entidades financieras valencianas.
Lo prudente, en estas condiciones, sería centrarse en la Educación. Todo el mundo está de acuerdo en que la Educación es fundamental, el futuro de los valencianos, del que tanto habla Camps, depende de eso.
Otra cosa en la que habría que centrarse de forma ineludible es en la atención a los más vulnerables, concretamente a quienes necesitan atención médica, y se han gastado un dineral en hacer la Nueva Fe. La anterior está en un lugar relativamente céntrico y la nueva está en un sitio alejado para la inmensa mayoría.
Estamos inmersos en una crisis que Camps no supo prever, porque de lo contrario no nos hubiera endeudado y en lugar de proceder como mejor conviene a todos insiste en sus megalomanías, en situar a Valencia en el mapa. ¿No se le ocurre otro modo?