Conviene empezar por lo que, a pesar de su obviedad, no es tenido en cuenta: Si las cosas fueran siempre como deben ser los gobiernos no serían necesarios. Lo segundo es que el dinero es un instrumento de intercambio, pero se le reverencia como si fuera un dios, y este es el quid de la cuestión.
Otro dato a tener en cuenta es que los comunistas, salvo el fallecido Julio Anguita, son los mayores adoradores del dinero. Los comunistas españoles, concretamente, no renuncian al lujo, ni tampoco a los caprichos. No disimulan su odio a Amancio Ortega, dicen que por el dinero que tiene, pero Chávez también tuvo mucho, y actualmente Maduro y eso no les sabe mal. La causa de su inquina debe de ser otra.
Amancio Ortega tiene mucho dinero, pero es porque ha triunfado en un campo en el que la competencia es mucha. Lo cual tiene mérito y saber reconocerlo es signo de nobleza de espíritu. Ortega paga sus impuestos y además hace donativos.
Sobre el planteamiento de si los ricos deben pagar más planean dos cuestiones: la primera es si es justo que paguen más, lo cual lleva a pensar en si han obtenido la riqueza de forma justa, o si es justo que tengan unos salarios tan altos en otro caso. Porque si todo fuera justo, no sería justo que pagaran más que los demás. Otra cosa es que quisieran dar más de forma voluntaria.
La segunda cuestión es que el dinero no tiene fronteras, ni tal como están las cosas en el mundo las puede tener. Quienes han obtenido grandes fortunas de forma irregular, como es el caso de los dictadores amigos de los podemitas, necesitan paraísos fiscales para esconder sus dineros. Algún país europeo resolvería sus problemas económicos si lograra que todo el dinero que lleva tiempo fuera del país volviera a casa.
