jueves, 11 de febrero de 2021

Acierto de la Casa Real

 

Se llega a esta conclusión al ver la reacción de esos dos sacos de maldad que son Echenique y Rufián a la noticia de que la Princesa Leonor estudiará el bachillerato en Gales. Habría sido muy mala señal que estuvieran de acuerdo.

Era frecuente por parte de bastantes el intento disimular su maldad, no tanto para ocultarla a los demás como para convencerse a sí mismos de que son buenas personas. En algún caso, los malos instintos empujan con fuerza y dejan traslucir la verdad del interesado: sarcasmo, teatro y maledicencia. Cuando se da cuenta, trata de arreglarlo, pero ya ha dejado ver que carece de aquellas virtudes que adornan a las buenas personas: el deseo de no hacer daño y la ternura.

Lo que ocurre en la actualidad es deprimente, puesto que cada vez abundan más aquellos a los que les basta con ser aceptados socialmente para considerarse buenas personas. Este modo de pensar es ridículo, por más que sea frecuente. Basta con fijarse en los homenajes que se les hace a los etarras cuando salen de la cárcel o la cantidad de gente que corre a abrazarse con Otegui, para darse cuenta. Las escasas luces de este etarra le dieron para decir: «quizá hicimos más daño del que teníamos derecho a hacer». El hecho de que este sujeto tenga tanta aceptación popular debería ser objeto de meditación para quienes se sirven de este baremo para considerarse buenas personas.

Vivimos en un mundo en el que quienes critican a Rajoy, por malo, defienden a Zapatero, que es peor, con lo cual dejan claro que lo suyo es sectarismo.

Quienes pervierten la sanidad pública, colocando gente y dando cargos en función de la afinidad política y luego dicen que quieren una sanidad pública, cuando lo necesitan acuden a la sanidad privada.

Habría que reconocer que si en estos momentos hay algo que tenga sentido y funcione con lógica en España es la Casa Real.


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