martes, 23 de febrero de 2021

Cuadragésimo aniversario

 

Hoy en día en que las cosas van tan deprisa que casi todo es efímero, serán pocas personas las que estén capacitadas, por haberse informado y por tener interés únicamente en la verdad, para hablar de aquel episodio histórico.

Lo que salta a la vista de entrada es que sólo dos personas, Manuel Gutiérrez Mellado y Adolfo Suárez, defendieron la democracia frente a las pistolas.

Lo segundo que se ve es que quienes perpetraron el golpe lo hicieron pensando en que era lo mejor para España, corrieron riesgos y asumieron las consecuencias.

Cuenta Javier Cercas en su libro sobre el asunto que Armada entró en el Congreso a negociar con Tejero y cuando éste vio los nombres de los ministros, entre los que había gente del PSOE, del gobierno que presidiría el propio Armada, se negó a aceptar el trato, pese a que al actuar así salía perdiendo.

Conviene tener en cuenta la gallardía de aquellos golpistas con la cobardía de otros posteriores. Todos han atacado la democracia, pero unos lo hicieron convencidos de que obraban bien y otros no quieren más que hacer maldades y huyen y se esconden y tergiversan y mienten.

Gutiérrez Mellado y Suárez se esforzaron como jabatos, pagando un alto precio por ello, para conseguir que los españoles alcanzáramos nuestro sueño antiguo de vivir en democracia. La abundante gente ingrata es incapaz de reconocer y agradecer ese ese esfuerzo y el sacrificio que le acompañó. El 23-F volvieron a estar a la altura de lo que habían demostrado ser. A su alrededor, y una vez más, la pestilente mezquindad, de la que surgió la multiplicada que sufrimos hoy.

El Rey, mientras lo sea, y ojalá que por muchos años, nos representa a todos los españoles. Quienes lo ofenden, nos ofenden a todos. Eso permite catalogarlos, con motivo, como malnacidos. Degenerados.

Hoy es un magnífico día para gritar ¡Viva el Rey! 

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