sábado, 13 de febrero de 2021

La maravilla de Illa

 

Habida cuenta de la gran cantidad de ellas que hay, resulta tentador pensar en la que se acomoda más a su persona. Illa, ministro de pacotilla, porque es cierto que todo lo ha hecho mal. Puede decirse de él aquello de «el bien que hizo, lo hizo mal; el mal que hizo, lo hizo bien».

Albondiguilla ya estaba cogido por aquel González Panero, alcalde que fue de Boadilla, que también rima, y en todo caso a Illa, como catalán, le iría mejor butifarrilla.

Pelotilla sí le iría bien, porque ya se ve que hace lo que le manden, y sin rechistar. Calabacilla tampoco sería mala idea, porque es la sensación que ha dado durante el tiempo que ha estado en el ministerio, aunque puede ocurrir que quien le ha sucedido lo haga bueno. No sería extraño tratándose de alguien nombrado por Sánchez, el Felón, que es peor que Fernando VII y mucho más torpe.

Calderilla tampoco le iría mal. Comparado con muchos que han sido ministros y también con otros que lo serán, es calderilla. Pendiente sólo de tener contento al jefe, no se ha dado cuenta de que por ese camino no podía estar a la altura de otros que fueron ministros.

Pero de entre todas las palabras posibles, alcantarilla, basurilla, ladilla, personilla, virutilla, hay una, maravilla, que viene que ni pintada. Porque es una maravilla que siendo tal calamidad vaya a ganar unas elecciones, por más que en el sitio en que se van a celebrar la pulsión autodestructiva sea muy grande.

Protestó Manuel Alcántara, ante el empuje de los hunos, alegando que
Barcelona también era suya, porque las ciudades son de quienes las aman, de quienes recorren sus calles, de quienes añoran momentos vividos en ellas. No le hicieron caso. Hoy en día Barcelona está en manos de Colau, que es más bestia que Atila.

Esto explica que Illa pueda ganar unas elecciones. Tiene pinta de predicador. No cabe duda de que se llevará muy bien con los curas catalanistas, que usan un catecismo peculiar.



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