miércoles, 17 de febrero de 2021

La condena de Hasél

 

Se puede pensar que las leyes deberían ser de esta manera o de la otra, que habría que quitar esta o poner aquella, pero, mientras tanto, son las que son y se tienen que cumplir. No hay excusa en democracia para no cumplir las leyes.

Cuando los magistrados Pascual Sala, Eugenio Gay, Elisa Pérez Vera, Pablo Pérez Tremps, Luis Ortega y Adela Asúa decidieron que Bildu, un partido nacido para el mal, es constitucional nadie salió a la calle a romper nada. Nos acordamos todos los días de esos magistrados y, sobre todo, cada vez que aparece en escena alguien de Bildu, pero su dictamen se acata.

Como dice Carlos Martínez Gorriarán en su Twitter: «Si Pablo Hasél hubiera rapeado sobre violar y asesinar mujeres, y eso sólo exigiría pequeños cambios en sus letras terroristas, los altercados serían para exigir su ahorcamiento. Así de estúpida se ha vuelto parte de la sociedad, incluyendo a mucho "intelectual" imbécil.».

La sociedad es muy permisiva con el terrorismo. ETA ha condicionado toda la política española desde los comienzos de la democracia. Y lo sigue haciendo. Todos somos víctimas de la banda, porque, salvo las excepciones que todos conocemos, hemos sido perjudicados, pero hay unas que lo son de forma directa, porque han sufrido en sus carnes la atrocidad de la banda.

Las víctimas del terrorismo no tienen la obligación de ser perfectas, son como los demás, con sus vicios y virtudes, pero en su condición de víctimas merecen la consideración y el apoyo de la sociedad entera.

A ese rapero, por haber ofendido a las víctimas del terrorismo, debería repudiarlo todo el mundo. A ninguna persona de bien se le puede ocurrir lo que él ha hecho.

La reparación de toda la destroza que se ha hecho por su causa debería correr a cargo de las formaciones políticas que han impulsado a los gamberros a hacerla.


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