Según comenta José María Ureta en El Periódico, durante su reciente visita a Chile, Ibarretxe dijo a la presidenta de aquel país que España es un país de camareros. Es evidente que el odio nubla el poco entendimiento que pueda tener este nefasto personaje, puesto que a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría decirle semejante sandez al más alto dignatario del país anfitrión. Por otro lado, menosprecia innecesariamente al gremio de camareros y demuestra desconocer las cualidades que se necesitan para ejercer dicha profesión.
Un buen camarero no necesita únicamente de la psicología, sino también de la empatía. Ha de adecuarse al cliente, que puede estar en un momento eufórico o depresivo, o quizá simplemente desea pasar un rato. Un camarero eficiente está atento para mantener siempre limpia la mesa de sus clientes. Sabe acercarse a recoger los servicios que sobran sin que por ello parezca que los está echando. Está presto para acudir en cuanto le llaman y es capaz de interactuar con sus clientes; puede darse el caso de que en una mesa alrededor de la cual haya varias personas charlando amigablemente y una de ellas, le inquiera haciéndole partícipe de la conversación; en este caso, ha de saber dar una respuesta ingeniosa y agradable; es decir, un camarero que se precie está obligado a estar atento a todo lo que tiene que ver con su trabajo, no le está permitido abstraerse. Ha de ser capaz de decirle al cliente habitual y, por tanto, conocido, y decírselo sin que se moleste, que está bebiendo más de la cuenta. Para no alargar demasiado el asunto, hay que concluir en que la profesión de camarero no está exenta de dificultad, sino todo lo contrario. Un camarero no se puede permitir una tontería como la de Ibarretxe.
Por otro lado, y al hilo de esa tontería, también se puede decir que ese trozo de España que gobierna Ibarretxe es un país de etarras, para vergüenza suya. Puesto que si un camarero que se precie ha de saber las cosas que anteceden y muchas más, un político vasco no debería desconocer que la prioridad corresponde a lucha contra ETA. Ibarretxe debería tener vergüenza.
Un buen camarero no necesita únicamente de la psicología, sino también de la empatía. Ha de adecuarse al cliente, que puede estar en un momento eufórico o depresivo, o quizá simplemente desea pasar un rato. Un camarero eficiente está atento para mantener siempre limpia la mesa de sus clientes. Sabe acercarse a recoger los servicios que sobran sin que por ello parezca que los está echando. Está presto para acudir en cuanto le llaman y es capaz de interactuar con sus clientes; puede darse el caso de que en una mesa alrededor de la cual haya varias personas charlando amigablemente y una de ellas, le inquiera haciéndole partícipe de la conversación; en este caso, ha de saber dar una respuesta ingeniosa y agradable; es decir, un camarero que se precie está obligado a estar atento a todo lo que tiene que ver con su trabajo, no le está permitido abstraerse. Ha de ser capaz de decirle al cliente habitual y, por tanto, conocido, y decírselo sin que se moleste, que está bebiendo más de la cuenta. Para no alargar demasiado el asunto, hay que concluir en que la profesión de camarero no está exenta de dificultad, sino todo lo contrario. Un camarero no se puede permitir una tontería como la de Ibarretxe.
Por otro lado, y al hilo de esa tontería, también se puede decir que ese trozo de España que gobierna Ibarretxe es un país de etarras, para vergüenza suya. Puesto que si un camarero que se precie ha de saber las cosas que anteceden y muchas más, un político vasco no debería desconocer que la prioridad corresponde a lucha contra ETA. Ibarretxe debería tener vergüenza.