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miércoles, 3 de diciembre de 2008

A propósito de J.C. Rodríguez Ibarra

El ex presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, estuvo en Valencia, con motivo de la presentación de su libro “Rompiendo cristales”, y Rafa Marí le hizo una entrevista que publica hoy el diario Las Provincias. Al leerla, los valencianos no podemos sino sentir envidia, puesto que al margen de aquellos puntos en coincidir o discrepar con el siempre polémico político prevalece la sensación de independencia con respecto a otros poderes de su partido.
En la entrevista sale a relucir el pulso que mantuvo con Felipe González, su pugna con Solchaga – que se resolvió con malos modos-, sus enfrentamientos con Narbona, sus tensas discusiones con Maragall, etc. En cambio, los dirigentes socialistas valencianos siempre dan la sensación de que son teledirigidos. Lo de Zaplana y Camps, en el otro partido, es otra cosa, levemente diferente. Acaso, no más edificante. Puede que alguien alegue que Juan Carlos Rodríguez Ibarra ha podido comportarse de este modo dado su incontestable dominio electoral en Extremadura. Cabría responder a esto que el dominio de Joan Lerma no fue menos incontestable. Lerma tuvo las manos tan libres para hacer y deshacer a su antojo como las tiene ahora Camps.
Y en Lerma, y también en su equipo, fue patente no sólo su sumisión a los dictados que provenían de Madrid, sino también a los de Barcelona, con el agravante de que con estos últimos no sólo había sumisión, sino además devoción. De aquellos polvos vienen estos lodos y de ahí, probablemente, que el partido socialista valenciano no levante cabeza. Los socialistas valencianos siguen con los tics de aquellos tiempos, en los que, como ahora, sus dogmas estaban por encima del sentir de la calle.
Y para más vergüenza de los socialistas valencianos, incluidos los que están en el gobierno, resulta que Rodríguez Ibarra se muestra partidario de los trasvases. Si llega a estar radicado en Valencia, todavía lo sería más. Procede preguntarse entonces si la estructura del partido socialista valenciano permitiría que alguien como el ex político extremeño llegase a los puestos de mando.

domingo, 20 de abril de 2008

Los socialistas valencianos

Estando Zapatero en Bucarest, le llegó la noticia de que el gobierno catalán preparaba el trasvase del Segre y, sin más, sabio que es él, dijo que mientras fuera presidente no se haría ningún trasvase. La solución de la sequía que había planteado Narbona con anterioridad era la de llevar agua de Almería en barco hasta Barcelona. Finalmente, alguien dio en pensar en la solución que finalmente se ha acordado. Por su parte, Montilla dijo que haría el trasvase, quisiera o no quisiera Zapatero.
Zapatero ha optado por cambiar el nombre al trasvase. La encargada de dar la clase semántica, aprovechando sus grandes dotes didácticas, ha sido la vicepresidenta. Cuando el agua del Ebro va a Barcelona es una conducción. A otros sitios no puede ir porque entonces sería un trasvase.
La cuestión es que en Cataluña cualquier gesto de rebeldía contra el gobierno central tapa todos los errores, de previsión, de gestión y de lo que sea, y acaba otorgando muchos votos. El partido de Zapatero y el partido de Montilla, a los que la falta de agua en Barcelona pilló en mantillas y que tardaron mucho en encontrar una solución, han ganado votos en Cataluña.
El presidente de Aragón está metido en un lío, porque dijo que si había trasvase dimitiría. No lo ha hecho. Está esperando el dictamen de una comisión, lo que, salvo sorpresa, despeja muchas dudas acerca de sus propósitos.
Por su parte, los socialistas valencianos siempre van a rebufo de los catalanes y de su dirección nacional. No es concebible ningún tipo de protesta y además va a venir Pepiño a ponerlos más firmes todavía. Todos los votos que ha ganado Zapatero en Cataluña con “la conducción” los ha perdido en la Comunidad Valenciana, sin que ningún socialista o simpatizante valenciano haya osado alzar siquiera un dedo.
En estas condiciones, así se las ponían a Fernando VII, según cuentan, Francisco Camps puede soñar con mucho.
Las batallas que gana Zapatero son efímeras, aunque a él le basta con eso. Buscando fomentar la igualdad entre hombres y mujeres ha nombrado más ministras que ministros, pero basta con mirar el segundo escalón, para comprobar que todo es puro artificio. La llamada guerra del agua tampoco la va a ganar Zapatero, porque la solución definitiva sólo puede salir de un gran acuerdo y no de una imposición y de la consiguiente propaganda.

viernes, 11 de abril de 2008

Un gran éxito de Camps

La Comunidad Valenciana viene siendo siempre la gran sacrificada por el gobierno central, sea cual sea su signo. Hubo que desmantelar los Altos Hornos de Sagunto; hubo un sinfín de problemas para terminar la autovía Valencia- Madrid; el AVE Valencia-Madrid, y también Valencia-Barcelona, ya deberían estar en servicio. Son sólo unos pocos ejemplos. La derogación del PHN fue sencillamente brutal y despectiva para los valencianos. Se hizo por decreto y después de que Zapatero hablara de diálogo y talante. Luego ha seguido la burla, criticando los campos de golf, como si todos estuvieran en la Comunidad Valenciana, e ignorando que precisamente aquí está el Tribunal de las Aguas. Posteriormente, el propio Zapatero ha alardeado de que el trasvase no se ha hecho ni se hará. He aquí el talante y el diálogo que ofrece a los valencianos.
Camps sabe a ciencia cierta, como cientos de miles de valencianos, que esa fue una decisión injusta y denigrante el modo en que se tomó. Ha hecho suyo este asunto y ahora acaba de obtener un gran éxito puesto que El Comité de las Regiones de la UE ha aprobado el Informe Camps. El dictamen del Comité establece la siguiente condición: "Siempre que quede garantizada la mejora del medio ambiente, la calidad de las masas de agua, la recuperación de los acuíferos y los caudales ecológicos", sobre la que Rafael Izquierdo, director del Instituto Aragonés del Agua dice que impide cualquier trasvase del Ebro, puesto que es imposible que se cumpla. Pero si este caballero fuera consecuente hubiera votado a favor. El documento también deja establecido el alto impacto medioambiental de las desalinizadoras y su gran consumo energético.
Camps se ha movido bien y ha demostrado que en este asunto está en lo cierto. Los valencianos que por sectarismo critican la actitud de Camps en esta cuestión han quedado desautorizados.
Resulta también curiosa la actitud de algunos catalanes, para quienes sólo lo suyo es serio y lo de los demás son chiquilladas. ¿Cómo se le ocurre a alguien comparar el trasvase del Segre con el del Ebro?, dicen. Todo lo que hacen ellos está bien y la corrupción anda por otros lugares. Barcelona ha crecido lo que precisaba y ahora necesita agua.

sábado, 5 de abril de 2008

El trasvase del Segre

Tenía que llegar el momento en que también faltase agua en Barcelona. Y debía suceder que el gobierno optase por llevar agua de la desalinizadora de Almería en barco a Barcelona. Como en Andalucía gobierna el PSOE, no han tenido lugar las protestas que podrían haberse producido dado que después de negarle a Almería el agua del Ebro se le toma de la desalinizadora, como si ésta no contaminara ni tuviera consecuencias negativas.
Ha tenido que ser el gobierno de Cataluña, también del PSOE, el que proponga una solución más racional, como es el trasvase del Segre. Pero tenía que chocar con Zapatero, que por sí mismo y sin consultarlo con nadie, tuvo que salir de inmediato a decir que los trasvases no son la solución. Lo dice él, que es el que más entiende. No me cabe ninguna duda de que nuestro presidente tiene cualidades e incluso de que algunas de las iniciativas que ha tomado en el desempeño de su cargo son acertadas. Pero tampoco creo que sea exagerado decir que la responsabilidad que exhibe hace que resulte peligroso que esté al frente del gobierno. Con el asunto del agua ha desatado la discordia entre las distintas Comunidades Autónomas, con el mezquino objetivo de ganar las elecciones. En lugar de propiciar un pacto justo, responsable y solidario entre todos, ha echado mano de la arbitrariedad para resolver (es un decir) el asunto. Si él ya dijo, presumiendo, que no se ha hecho el trasvase y ya nunca se hará, ahora no puede consentir el trasvase a Barcelona. El trasvase es muy difícil ahora mismo porque en este asunto hay enfrentamientos dentro del PP, para regocijo de Zapatero. Pronto los habrá también dentro del PSOE.
Se dice, despectivamente, que la Comunidad Valenciana pide agua para los campos de golf. Según una
información que publica hoy el diario Las Provincias, en Cataluña hay muchos más campos de golf que en la Comunidad Valenciana y que, en promedio, gastan para regar 12300 y 6500 m3 por hectárea, respectivamente. Los catalanes tienen muchos más campos de golf y consumen mucha más agua.
Siguiendo también los argumentos de quienes se oponen al trasvase y ya que dicen que en la Comunidad Valenciana se ha edificado en lugares en los que escasea el agua, cabría preguntarse si Barcelona ha crecido más de la cuenta.
Zapatero debería dejarse de demagogias y enfrentar el problema como es debido.

lunes, 24 de marzo de 2008

Manuel Toharia, también

Y es que la lógica no puede llevar a otro sitio. Si la humanidad actuara como debe no moriría tanta gente de hambre, ni hubiera habido ninguna guerra, ni mundial ni local, ni, por supuesto, la gente hubiera construido sus casas en donde no debe. Desgraciadamente, desde el principio de los tiempos, la humanidad se viene comportando con mucha irresponsabilidad y la parte de la humanidad que vive en España no es una excepción. Uno de los principales problemas de España es el del agua y si se ha edificado irresponsablemente y la población se ha repartido por el país bastante caprichosamente, a la hora de poner soluciones el sentido común también brilla por su ausencia.
Si se hubiera actuado con lógica y se hubieran repartido los centros de trabajo por toda España y especialmente en los lugares en que estratégicamente resultaba más conveniente, ese problema no existiría. Pero como existe, hay que optar entre cambiar a la gente de sitio, con sus casas y sus centros de trabajo o se lleva el agua hasta donde hace falta. Todas las maneras de llevar el agua son malas. Cualquier cosa que se haga, pantanos, trasvases, desalinizadoras, atenta contra el medio ambiente, pero peor es no hacer nada.
Puesto que la población es irresponsable y se amontona en ciertos lugares, los políticos deberían ser responsables y ponerse de acuerdo, para dar la mejor solución, que como dice Manuel Toharia consiste en combinarlas todas y utilizar en cada momento la más conveniente.
Lo que justifica la existencia de las naciones es la solidaridad entre sus ciudadanos, lo que significa que cuanto más solidario es alguien, más civismo posee. El egoísmo es disgregador, como deberíamos saber ya a estas alturas. Los partidos políticos españoles no se fían unos de otros y eso hace imposible el pacto sobre el agua. Temen algunos que una vez hecha la infraestructura del trasvase no habrá modo de impedir los abusos. Deberían saber que si los ríos son de todos, en el sentido de que todos debemos cuidarlos y mimarlos, también los mares merecen el cuidado de todos y lo mismo la atmósfera.
Si los ríos llevan agua en exceso de vez en cuando, ¿por qué durante ese tiempo hay que castigar al mar y a la atmósfera con las desalinizadoras?

viernes, 31 de agosto de 2007

Pla I, el Listo

Joan Ignasi Pla, el candidato socialista derrotado, que tan pronto pide camas individuales para los hospitales, como aplaude “la cremà” de les gaiates, aprovechó su primera rueda de prensa, tras las vacaciones estivales, para lanzarle un envenenado dardo a Rajoy, preguntándole por su postura sobre los trasvases. La cuestión radica en que el PP puede perder votos en aquellas Comunidades en las que no gustan los trasvases. Hay que recordar, sin embargo, que J. I. Pla apoyó la candidatura de Rosa Díez, frente a la de Zapatero. Si fuera Rosa Díez la presidenta del gobierno, no es probable que se hubiera generado ese odio entre Comunidades Autónomas que antes se llevaban muy bien a causa del agua. El socialismo es esencialmente un intento solidario y, sin embargo, en este Estado de las Autonomías que, con tan poca gracia dibujó Martín Villa para España, está dando pie a los más descarnados egoísmos. De este modo, Joan Ignasi Pla, al hacerle el juego al líder coyuntural de su partido, traiciona los intereses valencianos, que son los que debería defender. No se puede negar esta insolidaridad socialista puesto que el propio Zapatero se ha jactado en otras Comunidades Autónomas que el trasvase del Ebro hacia el sur ya no se podrá llevar a cabo jamás. Cabe añadir que sí se hacen trasvases hacia el norte, el último de ellos hacia Cantabria. Será muy difícil volver a plantear el citado trasvase, no porque no sea una solución correcta o porque las dificultades técnicas sean insalvables, sino porque son tan grandes las egoístas corrientes de opinión que se han formado en contra que quien lo plantee puede perder las elecciones generales. Joan Ignasi Pla puede reírse mucho y bien, pero haría mejor si dedicara ese tiempo de la risa a meditar sobre los motivos por los que viene perdiendo estrepitosamente todas las elecciones a las que se presenta. Quizá sea porque los ciudadanos perciben que se preocupa poco por ellos.

jueves, 19 de abril de 2007

Atado y bien atado

Los trasvases de los ríos no respetan el medio ambiente y nadie puede discutir esta afirmación. También las casas agraden al medio ambiente. Y las carreteras y las vías del ferrocarril. ¿Cuánta contaminación producen los cientos de miles de vehículos que a diario recorren las carreteras mundiales? ¿Y los ferrocarriles y los aviones? ¿Podríamos pasar sin refrigeradores y sin aire acondicionado? Y todas estas cosas, y bastantes más, las seguiremos haciendo aunque sepamos que acabaremos cargándonos el planeta, porque si no las hacemos la vida se acaba. No se puede olvidar tampoco que deberíamos tener cuidado y no hacer más daño del estrictamente necesario. Es urgente reducir en lo posible todo el daño que estamos haciendo al medio ambiente. Entre las actividades humanas que dañan al medio ambiente faltaba citar a las desalinizadoras. Tampoco se puede negar su nocividad. Pero en algunos lugares, como las islas, no hay otra alternativa. En la península ibérica hay más posibilidades. En un principio parece muy lógico combinarlas todas, para utilizar en cada momento la más conveniente. Por otro lado, se da la circunstancia de que mientras en la mitad norte suele haber agua de más, en la otra mitad hay mucha carencia en este aspecto. Si se hace un esfuerzo imaginativo y se piensa que la unidad europea se ha consumado ya y que hay dos grandes partidos que alternan en el poder, queda claro que no tardarían mucho esos dos grandes partidos en ponerse de acuerdo para hacer el trasvase el Ebro. Las pequeñas rencillas regionales no tendrían ninguna posibilidad de hacer caer al partido en el gobierno. La lógica, entonces, se impondría sobre cualquier otra consideración. ¿Por qué, entonces, Zapatero y Carbona insisten en que nunca se hará? No parte su afirmación de razones técnicas o medioambientales, sino del hecho de que han ido tejiendo una serie de nudos con los estatutos de autonomía y con las propias medidas del gobierno, con la finalidad de que sea imposible en el futuro. A veces, hay personas que critican a quienes más copian. En el citado caso del trasvase, todo ha quedado atado y bien atado.

miércoles, 28 de marzo de 2007

El agua del Ebro

Un ministro del gobierno de cuando gobernaba el PP aportó razones viscerales para referirse al trasvase del Ebro. Otra ministra del gobierno, en este caso socialista, derogó el citado trasvase, por decreto y con la mayor de las urgencias. Al final, las derechas y las izquierdas son iguales. Por lo menos, en cuanto a visceralidad se refiere. Un ciudadano, por su parte, sino asombrarse de que para un partido sea bueno el trasvase y para otro lo sean las desalinizadoras. Piensa que ambos partidos habrán consultado a técnicos competentes y siendo así que ambas soluciones presentan aspectos negativos, concluye que bueno hubiera sido que se hubiera llegado a una síntesis entre ambos métodos.
En los últimos cuatro días el Ebro ha vertido en el mar la cantidad de agua que se había previsto para un trasvase. Y se espera que aún vierta muchas más. Esa cantidad de agua hubiera servido para evitar durante un año entero que una desalinizadora echara salmuera al mar. Y también que contaminara la atmósfera.
Un ciudadano, cuando paga sus impuestos, lamenta la gran cantidad de ellos que se utilizarán para pagar los sueldos de los políticos. Y piensa que los políticos solo perciben lo que les corresponde por ley y nada más. Y le duele ese dinero porque el número de los políticos no es pequeño y no para de crecer, lo que hace que no crezca, sino que se multiplique, la cantidad de problemas. Se da cuenta de que le han puesto etiquetas. Ya no es simplemente ciudadano, ahora es valenciano, gallego o extremeño. Si vive en Almería, le apenará el agua del Ebro vertida en el mar. Pero si se traslada a vivir a Aragón o Cataluña, tendrá que cambiar de opinión y alegrarse de que esa agua se haya perdido. Un ciudadano tiene que adaptarse a lo políticamente correcto del lugar en el que viva o, de lo contrario, sufrir graves incomodidades y si su lugar de residencia está en el País Vasco ha de mirar debajo del coche, antes de subirse a él. Los políticos no tratan de corregir este estado de cosas, sino que lo fomentan.

martes, 13 de febrero de 2007

Al Gore, paladín del medio ambiente

Si Al Gore, o cualquier otra persona, hubiera emprendido una campaña para alertar del cambio climático, el empeño hubiera tenido mérito, por lo difícil que le hubiera resultado entonces que le hicieran caso e incluso de que lo tomaran en serio. En la actualidad, ya ha pasado el tiempo de hacer campañas y es hora de pasar a la acción. Sean ciertas o no las amenazas del cambio climático, la realidad es que contaminamos de todos los modos habidos y por haber y se impone modificar en lo posible nuestra conducta sobre este particular. En este cometido tenemos en España a Cristina Narbona. Muy concienciada en el tema, como diría Consuelo Císcar, o sea, dispuesta a hacer algo para frenar la tendencia. Y como la ocasión la pintan calva, ha aprovechado para darnos un tremendo caponazo a los valencianos, por haber votado al partido rival. Si en lugar de gobernar aquí el PP lo hiciera el PSPV, a lo mejor ahora tendríamos casi acabado el AVE y muy avanzadas las obras del trasvase del Ebro, junto a otras menudencias. Pero al margen de la inquina de esta señora a los votantes del PP, cabe reconocer que da la impresión de que realmente se ocupa del medio ambiente. Ojalá el número de aciertos de esta señora sea mayor que el de errores. Volviendo a Al Gore, cuyo objetivo ahora y a la vista de las grandes cantidades que dicen que cobra por cada conferencia, no cabe más que tildarlo de oportunista. Es difícil saber cuáles son las motivaciones y expectativas de quienes desembolsan el precio de las entradas para escuchar sus peroratas y no me consta que se hayan hecho públicos los compromisos que el conferenciante obtiene de sus oyentes.

viernes, 29 de diciembre de 2006

El Ebro y los trasvases

Escribe un artículo en Las Provincias José Alberto Comos Guillem, que de agua sabe algo, y explica que se hacen ocho trasvases desde el Ebro hacia cuencas menos necesitadas de agua que las del trasvase derogado. Esos trasvases se los callan la Ministra y quienes le apoyan. La Ministra dice que el trasvase a tierras andaluzas, murcianas y valencianas no es ecológico. Pero como no ha dicho nada de los trasvases que sí hace a tierras norteñas no se siente obligada a explicar por qué considera que ésos sí son ecológicos. Quizá ella piensa que lo que no es ecológico es votar al PP. Como tampoco es ecológico dejar que se desertice la tierra ha optado por las desaladoras. Pero éstas consumen mucha energía y generan mucha salmuera, que contamina el mar.
De modo que lo correcto hubiera sido que al acceder al poder, el gobierno se hubiera reunido con la oposición y hubiera pactado el modo de resolver el déficit hídrico, que no niega nadie. Combinar desaladoras y trasvases hubiera sido mejor solución. Y quizá se hubiera podido crear un organismo para que se encargara de investigar nuevos modos de solucionar el problema. El modo en que se derogó el trasvase y las actuaciones que tuvieron lugar a continuación, tratando de culpabilizar a los usuarios, a los que se nos trata de derrochadores, es la prueba de que la política de ese ministerio no es justa.

miércoles, 29 de noviembre de 2006

La Narbona y la incertumbre

Vengo yo diciendo que una persona con certezas es muy peligrosa, porque puede sentir la tentación de actuar y hete aquí que aparece la Narbona. Prueba de que no duda es la celeridad con que derogó el trasvase del Ebro.
Con respecto a la cuestión hídrica hay que admitir algunas cuestiones previas:
a) Hay escasez de agua
b) Los trasvases son malos
c) Las desaladoras son malas
En este estado de cosas es evidente que hay que optar por la opción menos mala. Probablemente sea muy difícil averiguar a ciencia cierta cuál es ésta. Sin embargo, la singular ministra aún se permite algunas gracias: "Hay quien mira el mapa, y piensa que el agua bajaba sola por un tubo. Pero no. La conducción del trasvase del Ebro requería elevaciones de hasta 1.000 metros por encima del nivel del mar". Menos mal que ella, y nadie más que ella, se dio cuenta a tiempo y paró el trasvase, por que si no... Y ade.más, la ministra regaló al diccionario una palabra nueva: tremebundista.
Un asunto tan delicado y difícil, el del agua no el del diccionario, requería de algún debate y algunas negocianes previas y sin embargo fue solucionado con un decreto dictatorial. Quiere hacernos creer que tomó la medida porque está convencida de que es justa y para ello cuenta con la colaboración de insignes valencianos, que es evidente que, al menos en este asunto, no ejercen como tales. Pero no es posible que logre convencer a nadie en Valencia. A la vista de las alianzas con las que su partido formó gobierno y de muchas otras cosas que vienen sucediendo, no debe extrañar a nadie que los valencianos nos sintamos postergados.