jueves, 31 de octubre de 2019

Butanito la monta de nuevo

Antes de pasar a la burrada de José María García conviene atender primero al contexto. Se trata de una persona cuya herramienta de trabajo es la palabra, a lo que cabe añadir que se le puede considerar como la estrella de ‘El dardo en la palabra’, de Fernando Lázaro Carreter, por la cantidad de veces que aparece.
Es decir, un señor que se sirve de la palabra es citado continuamente en un libro dedicado a criticar el mal uso de la palabra.
Su engreimiento es palpable y tampoco lo oculta, Seguramente es fruto del gran éxito que tuvo con su programa de radio, éxito que bien pudo deberse a las escandaleras que montaba y a su estilo ‘siete machos’. Su voz atiplada y chillona le permitía eso. Las masas tienen tendencia a seguir a los que parece que sean algo. No le pasa solo a él.
Ahora bien, ser engreído y tener éxito no son sinónimos de tener talento, como he dejado claro al principio y lo prueba su última parida: «El fútbol femenino es una mentira». Hay que ser burro para decir eso.
El que es una mentira es el fútbol masculino, que mueve muchos millones, que nos cuesta caro incluso a los que no queremos saber nada con él, al que se le permiten infracciones urbanísticas y recibe tratos de favor y produce tipos tan lamentables como Guardiola y otros.
Si a las mujeres les gusta jugar al fútbol, ¿por qué no han de poder? De momento, ese fútbol es más limpio que el masculino, porque no ha hecho tanto daño.
El fútbol es un deporte asociativo, que requiere disciplina táctica, estratégica, picardía, destreza y otras cualidades que no faltan en el sexo femenino. Si además disfrutan jugando, las sandeces sobran.
De momento, al fútbol femenino todavía se le puede considerar deporte, el masculino, con los millones que mueve, ya no lo es. 

miércoles, 30 de octubre de 2019

Lo de hacer apología del franquismo

Hay un número bastante elevado de personas al que le gusta servirse de los clichés, sin duda porque lo de informarse antes de hacerse una opinión resulta trabajoso. Esto hace que resulte fácil equiparar a Franco con Hitler y Mussolini, a pesar de que el único que murió en la cama fue el primero y este es un dato muy relevante.
No cabe ninguna duda de que el régimen de Franco fue dictatorial y que, por tanto, solo pudo mantenerse teniendo al personal atemorizado, pero no solo con eso.
Hitler y Mussolini tenían una ideologías que trataban de imponer a todos los que pudieran y Franco no tenía ninguna, y esta es otra diferencia. Es decir, sí la tuvo, pero se desprendió de ella tan pronto como se percató de que habría empobrecido más a España y como consecuencia perdería el poder y la vida. Ni siquiera empezó la guerra, ni fue el causante, y tampoco es descabellado pensar que no la quería, puesto que si no hubiera ocurrido su vida habría resultado más cómoda. Desde el momento en que entró en ella ya no pudo confiar en nadie, puesto que cualquier error que cometiera, traición que sufriera, o indiscreción de alguien que supiera más de lo debido, le podía costar la vida. Tuvo dos obsesiones, morir en la guerra o ganarla y en este caso morir en la cama, lo cual conducía indefectiblemente a la dictadura. Descartada su ideología por inválida, se dedicó a manejar a las fuerzas vivas del país y a vigilar que nadie alcanzara poder suficiente para poder derrocarlo.
El franquismo, pues, no existe, por lo que mal se puede hacer apología del mismo. La mitad de los que ‘se decían’ franquistas estuvieron en el gobierno de Felipe González.
Quienes perpetran aberraciones como la de ‘memoria histórica’ (memoria e historia son conceptos diferentes) demuestran que no confían en el veredicto de la historia. 


martes, 29 de octubre de 2019

La (in)justicia belga

El caso es tan claro que hasta se ha dado cuenta esa ministra tan peculiar que tenemos, la de Cabra digo. También era del mismo lugar Solís, que era conocido como la sonrisa del Régimen. Una vez preguntó: ¿para qué sirve el latín? ¡Para que los de Cabra se llamen egabrenses!, le contestaron.
La cuestión es que ella ha recordado la obligación que tiene Bélgica de entregar a Puigdemont y ha advertido al gobierno de ese país que el hecho de cumplirla puede consecuencias en las relaciones entre ambos países.
El abogado del prófugo, etarra que medra en Bélgica y no es el único etarra en ese país, desvía la cuestión, alegando que es un asunto judicial y no de gobiernos. Pues no, el asunto judicial se dirime en España, que es en donde se han cometido los delitos y la justicia belga no debería haberse entrometido en el terreno de la española, como hizo la vez anterior, motivo por el cual el prófugo sigue en Bélgica.
No merece la pena explicarles a los jueces de ese país, cuya deslealtad hasta el momento es evidente, que España es el país más europeísta de Europa, pero que si se siguen incumpliendo los tratados de colaboración dejará de serlo.
Y no la merece porque seguramente ya lo saben, pero Europa, la justicia y la lealtad les importan un bledo, o aún menos. A pesar de que la Unión Europea no les reporta más que beneficios.
Es muy posible que los belgas sean autodestructivos, no como los catalanes, sino como los separatistas catalanes, tan llenos de auotoodio que no les importa perjudicarse más con tal de perjudicar a España. De otro modo no se entiende ese interés en tener en su país a  y a otros etarras. En realidad, Boyé está porque quiere, pero el hecho de que haya elegido ese país para vivir es significativo.

lunes, 28 de octubre de 2019

Sobrevalorado Felipe González

En su tiempo, Tierno Galván se refería a la pareja de moda como «esos chicos de Sevilla», dando a entender con ello el escaso respeto intelectual que les tenía. Claro que luego les vendió su partido, el PSP, a cambio de la alcaldía de Madrid, dejando a sus militantes en el limbo.
Por su parte, Felipe González y Alfonso Guerra no tendrían recorrido intelectual, pero sí el poder y eran, y son, aviesos como ellos. Bautizaron a Tierno como «la víbora con gafas» y le dieron la alcaldía de Madrid, pero de forma simbólica, porque el alcalde efectivo fue Juan Barranco. Tierno le llamaba «Juanito Precipicio».
Los medios adictos presentaban a Alfonso Guerra como un gran intelectual y dotado de una inteligencia finísima, lo cual le daba mucha risa a Jorge Semprún, a la sazón ministro en el gobierno de Felipe González.
Alfonso Guerra se consideraba más inteligente y mejor preparado que Felipe González y lo hizo saber al gran público: yo soy el cocinero que prepara los platos y Felipe es el camarero que los sirve, lo cual motivó el fin de su carrera política, porque su gran amigo de antaño no le perdonó jamás que dijera eso.
Felipe González es el político que más poder ha tenido en toda la historia de España, pero eso, en lugar de incrementar su sentido de la responsabilidad, le hizo ensoberbecerse e inducirle a aprovechar la circunstancia.
Es tan idiota que piensa que basta con ser socialista para ser demócrata, no se da cuenta de que esta es una opción personal y tiene que ver con el comportamiento.
Un adicto al poder, como es él, y en esto se que sus convicciones democráticas son endebles, jamás se plantea si lo que ha hecho está bien o está mal. Lo ha hecho porque quería y podía. Y punto.
El hecho de que luego hayan aparecido otros más melones que él no lo convierte en estadista.

domingo, 27 de octubre de 2019

¿Cuándo se jodió Cataluña?

Hay que poner el foco en el sobrevalorado Felipe González, que todavía no se ha dado cuenta de que si Torcuato Fernández Miranda hubiera querido acabar con su carrera política para siempre, lo habría hecho. Prefirió dejarlo medrar -hablo de la época franquista- porque su ambición lo hacía más dúctil que Rodolfo Llopis, del que cabía esperar la intransigencia.
Todos los que rodeaban a Adolfo Suárez, incluidos, por supuesto, los ministros de su gobierno, tenían mejor currículum que él, motivo por el que lo menospreciaban. Esos currículums no les sirvieron para saber apreciar la dificultad de la tarea que llevaba a cabo y el enorme mérito que tenía. Por descontado que ninguno de ellos habría sido capaz de hacer lo mismo. Tampoco, a pesar de su soberbia, entendían conceptos como lealtad, nobleza o dignidad.
Felipe González se basaba mucho en los clichés. «No valencianicéis el asunto», rebuznaba. El zote pensaba que antifranquismo y demócrata son sinónimos. Aparte de que los antifranquistas lo eran de salón. Se limitaban al postureo. Todos sabían que enfrentarse a Franco en serio tenía consecuencias irreversibles. Y estar en la cárcel en los setenta no era lo mismo que en los cuarenta.
Felipe González y los suyos tenían a Adolfo Suárez por dictador, pero en la UCD cada uno iba a su aire y en el PSOE regía una disciplina cuartelera.
De este estado de cosas salió la idea que los nacionalistas eran demócratas y se les otorgaron considerables ventajas sobre los demás. Javier Arzalluz y Jorge Pujol, dos malvados con mucho talento, las aprovecharon y exprimieron al límite.
Si Felipe González hubiera sido un caballero y tuviera talento se hubiera aliado con Adolfo Suárez para hacer la Constitución en torno a la ideas de justicia y solidaridad y no se les habrían dado ventajas sobre los demás a los nacionalistas.
En esas condiciones, ETA y Terra Lliure no habrían podido cometer tantos atentados, no habrían tenido que abandonar su tierra tantas familias vascas, ni se habría arruinado Cataluña.


sábado, 26 de octubre de 2019

Rufián pone el dedo en la llaga

En un solo tuit, el que antecede, dice tantas burradas que demuestra que es un contrasentido que un tipo como él esté cobrando del Estado.
Su partido, absolutamente desleal con España, acoge en su formación a terroristas de Terra Lliure, y sus miembros, Rufián incluido, se abrazan entusiasmados con Otegui y otros etarras. Partidos como este no deberían ser legales. Lo son gracias al PSOE, que, por otra parte, se apoya en ellos cuando y donde le conviene para formar gobierno. Esto es muy difícil de aceptar. Lo propio habría que el PSOE reconociera su error y propusiese un cambio que permitiese ilegalizar a todos estos partidos enemigos de España, antisistema les llaman acertadamente.
El tuit de Rufián denota una carencia total de escrúpulos, de inteligencia y de virtudes democráticas. El hecho de que un futbolista haga algo que no está bien, o cometa un delito jamás puede servir para justificar los deplorables hechos de otro.
Las personas juzgadas y condenadas han recibido este castigo precisamente por sus conductas antidemocráticas. Ser demócrata consiste, entre otras cosas, en respetar siempre la ley, eso es fundamental para poder ser considerado demócrata, y el propio Rufián procura hacerlo escrupulosamente, para que no lo encierren a él también. Lo que quiere es vivir del cuento, o sea, de los bobos a los que consigue engañar.
Pero respetar la ley no es suficiente para ser demócrata, hay que respetar también a los demás, lo que en su caso equivaldría a estudiarse las leyes y la Constitución, pero no para no saltárselas, sino para comprenderlas, y a estudiar también la gramática y la historia, pero no la que cuentan los historiadores subvencionados por el pujolismo, sino a los independientes, a los no contaminados por el dinero del gobierno regional catalán. Pero nada bueno puede esperarse a estas alturas de Rufián, solo rufianadas.

viernes, 25 de octubre de 2019

Iker Casillas, con los terroristas

No suelo ocuparme con lo que dicen los deportistas, salvo que hayan demostrado anteriormente que cuando hablan lo hacen con conocimiento de causa. Pero lo que hace o dice la gente famosa aparece siempre en primera plana, porque indudablemente hay un sector de la sociedad que les hace caso.
De Casillas tenía una pista previa y es que también apareció en los titulares de prensa que Errejón intento captarlo para su engendro político. Eso ya da idea de que su capacidad intelectual no es mucha.
Poco ha tardado en confirmarse esa presunción, como demuestra este tuit que también aparece destacado: https://twitter.com/IkerCasillas/status/1186781255481856001
El presidente del gobierno, en funciones, se vanagloria de haber cambiado unos huesos de sitio, gastando un dinero que le habría venido muy bien a mi amigo Desiderio, mientras hay un policía en la UCI al que no le hace ni caso y sus compañeros temen que les pueda ocurrir lo mismo, ya que se enfrentan a hordas que pretenden matarlos sin poder defenderse más que tímidamente. El policía que está en la UCI y sus compañeros merecen respeto, pero eso no lo pueden saber los animales.
Supongamos que esos terroristas que arrojan piedras, bolas metálicas y todo tipo de objetos y líquidos a la policía, entran en casa de Casillas, lo rompen todo, le prenden fuego, le dan a su mujer en la cabeza y la mandan a la UCI, y preguntémonos si también pediría diálogo el besugo este.
A las personas tan torpes como Casillas hay que explicarles que ser coherentes y civilizados consiste en respetar la ley y que quienes no lo hacen son delincuentes, pero que esta condición la concede un juez si considera que el destinatario de la misma ha hecho méritos suficientes.
Los policías son funcionarios a los que les pagamos el sueldo para que hagan cumplir la ley que nos protege a todos, y lo hacen, como se va viendo, con riesgo de sus vidas.
Por cierto, Casillas escribe Cataluña como le gusta al conde de Godó que se haga. 

jueves, 24 de octubre de 2019

En TVE cada vez se esmeran más

Pero en lo que se esmeran es en hacer el ridículo, por no decir algo peor. Porque lo de decir que los restos de Franco -cuyo cambio de sitio tiene la finalidad de hacer creer que otros de su tiempo fueron mejores que él- iban a ser enterrados junto a Carmen Calvo puede ser tanto una incursión en el citado campo de lo tragicómico, como un acto de crueldad.
En cambio, lo de decir que al policía que permanece en la UCI le cayó una piedra en la cabeza, no tiene ninguna gracia, porque no es verdad y el asunto es grave. No le cayó ninguna piedra, sino que se la tiró un homicida, al menos en grado de tentativa. Le tiró una pedrada con tal fuerza que le destrozó el casco y lo mandó a la UCI.
TVE se mantiene con los impuestos de los ciudadanos, por tanto, les debe respeto.
No debería contar los sucesos de Cataluña como si hubieran surgido de forma espontánea y de acuerdo con alguna lógica, porque eso no es lógico, ni puede ser. En la civilización, quienes se proponen delinquir ya saben de antemano la pena que les va a corresponder si los atrapa la policía. Por tanto, las protestas contra la sentencia no tienen sentido, por mucho que haya políticos gamberros que las alienten, e incluso algunos de ellos exijan la amnistía para los delincuentes. Una persona civilizada no tiene más remedio que acatar la sentencia y, en cualquier caso, si es simpatizante de los condenados, dar las gracias de que no haya sido más dura.
Estas protestas, en las se percibe tanto odio, tanto instinto destructivo y asesino, tienen que haber sido necesariamente programadas de antemano. No son protestas, son asaltos a la dignidad de los catalanes, que queda por los suelos. Son asaltos a la civilización, chavismo en estado puro.