Hoy, especialmente hoy, día de la Virgen
del Pilar, hay que estar con la Guardia Civil, cuyos miembros, por
un salario escaso, arriesgan sus vidas y soportan a indeseables,
especialmente en Cataluña y el País Vasco, para proteger las vidas
y las haciendas de los ciudadanos.
Y sobre todo hay que estar con el
admirable general Pedro Garrido, al que, por hacer su trabajo de
forma impecable, han tratado de humillar y desautorizar unos
impresentables llamados Cunillera y Marlasca, cuya cara dura solo es
equiparable a la de quien les ha dado el cargo, que no es otro que
Sánchez, también conocido como ‘el Doctor’. Estos indigentes
morales se han dado prisa en apaciguar a Torra y secuaces, esos que
se pasan la vida insultando y ofendiendo a los demócratas con total
impunidad.
Tanto Sánchez, como Marlasca y
Cunillera, en los actos oficiales representan a todos los españoles.
Por tanto, al tratar de agraviar al general Garrido, han traicionado
a los ciudadanos que les pagan sus sueldos, porque lo que hizo el
general es cumplir con su deber. Marlasca y Cunillera ponen más
empeño en defender los intereses de Sánchez que los de los
españoles.
Anteriormente, Marlasca nos hizo creer
que era grande, puesto que combatía a ETA con mucha eficacia. En la
actualidad nos ha hecho ver que aquello no fue más que una
estrategia para trepar y que, realmente, es pequeño. Moralmente
pequeño. Lo de Cunillera se veía venir. Un gobierno apoyado por
indeseables solo puede estar compuesto por gente sin principios.
Que estos tipos ahora quieran agradar a
Torra, otro representante del Estado desleal desleal desde el primer
día, entra dentro de lo previsible.
Y entre tanta pequeñez humana, tanta
miseria moral, destaca la grandiosidad de la Guardia Civil, esa
inagotable capacidad de servicio, demostrada en territorios tan
salvajes y carentes de valores democráticos, como son Cataluña y el
País Vasco. Y dentro de la Guardia Civil, actualmente, el general
Garrido.
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