Uno de los policías nacionales
desplazados a Cataluña está grave y podría perder la vida o quedar
con secuelas para siempre.
Mientras tanto, los responsables, Sánchez
y Torra, cada uno por su lado, juegan a rentabilizar electoralmente
la situación. Juegan con vidas humanas.
Sánchez, el presidente en funciones,
debería haber tomado el control de la situación. No debería
haberse limitado a encargar a un reducido grupo de policías que
contenga a unos gamberros, muchos de ellos con intenciones homicidas,
que los superan ampliamente en número y no tienen escrúpulos,
freno, ni vergüenza. Torra, el representante del Estado en Cataluña
los impulsa a actuar así. Me sorprende y me asusta que este tipo no
esté todavía en la cárcel. ¿Cómo es posible que en el Código
Penal no haya algún artículo que castigue esta conducta? Porque
supongo que si lo hubiera algún juez, por sí mismo o a instancia de
un fiscal, lo habría encerrado. Me asusta que un tarado como ese
pueda hacer todo el daño que está haciendo sin que nadie pueda
pararle los pies.
Sánchez debería haber dimitido ya,
porque no se debe mandar al matadero, como ha hecho este pollo, a un
reducido grupo de policías, que además están obligados a actuar
con ‘proporcionalidad’. Marlasca, que es más listo, lo sabe.
Pero tampoco tiene vergüenza, porque se va de copas o de cenas
mientras sus subordinados se juegan la vida.
Sánchez,
con su desparpajo habitual, le pide a Torra, por carta, que
represente con dignidad su cargo. Hay un policía muriéndose, por su
culpa, y esos dos hablando de algo que no conocen ni de lejos. Vamos,
si esos dos ven a alguien digno se parten de risa. Seguro que Otegui,
tan amigo suyo, de los dos, también se lo está pasando muy bien.
Quizá, incluso alabe
la ‘dignidad’ de los
gamberros que
tiran
pedruscos a los policías.
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