Es un tipo al que los contribuyentes le
pagamos un sueldo considerable, sobre todo si se tiene en cuenta su
escasa preparación y lo poco que puede esperar de él cualquier
ciudadano que se precie. Pagar impuestos para que se los lleve un
sujeto como este es peor que echar el agua al mar.
Ha
lanzado este tuit
https://twitter.com/gabrielrufian/status/1180740738105184257,
que da idea de su catadura moral.
No desmiente nada de lo que dice
el reportaje, sino que se limita a señalar a la periodista y,
además, la acusa sin pruebas ni base alguna de escribir al dictado.
Esto debería tener repercusiones.
Rufián
es un tipo que compadrea con etarras, sus fotos con Otegui son
fáciles de encontrar, y está en un partido que acogió a
terroristas en su seno. Esto
también define a sus votantes. Quien es capaz de votar a esta gente,
también lo es de cualquier otra cosa. De
hecho, se va viendo, día a día, en Cataluña de hasta donde son
capaces de llegar. Pero, eso sí, exigen la impunidad.
Bastó
ese tuit, tan repleto de vileza, para que una horda de seguidores del
tal Rufián (hace falta tener muy poca vergüenza para ser seguidor
de este sujeto), acosara a la periodista por haber hecho su trabajo,
esto es, informar a sus lectores. Primero se entera de lo que ocurre
y luego lo cuenta. Si hubiera
dicho alguna mentira, se le podría reprochar lo dicho. Pero no, es
todo verdad. Prefiere este
diputado que no se gana lo que cobra que la periodista mienta o calle
lo que sabe; en resumidas cuentas, que sea una mala periodista.
Es
lo que pretenden todos los totalitarios. Que solo se cuente al
público lo que ellos quieren y como ellos quieren.
Tengo
escrito que quienes practican cualquier tipo de acoso, moralmente son
asesinos.
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