Pero en lo que se esmeran es en hacer el
ridículo, por no decir algo peor. Porque lo de decir que los restos
de Franco -cuyo cambio de sitio tiene la finalidad de hacer creer que
otros de su tiempo fueron mejores que él- iban a ser enterrados
junto a Carmen Calvo puede ser tanto una incursión en el citado
campo de lo tragicómico, como un acto de crueldad.
En cambio, lo de decir que al policía
que permanece en la UCI le cayó una piedra en la cabeza, no tiene
ninguna gracia, porque no es verdad y el asunto es grave. No le cayó
ninguna piedra, sino que se la tiró un homicida, al menos en grado
de tentativa. Le tiró una pedrada con tal fuerza que le destrozó el
casco y lo mandó a la UCI.
TVE se mantiene con los impuestos de los
ciudadanos, por tanto, les debe respeto.
No debería contar los sucesos de
Cataluña como si hubieran surgido de forma espontánea y de acuerdo
con alguna lógica, porque eso no es lógico, ni puede ser. En la
civilización, quienes se proponen delinquir ya saben de antemano la
pena que les va a corresponder si los atrapa la policía. Por tanto,
las protestas contra la sentencia no tienen sentido, por mucho que
haya políticos gamberros que las alienten, e incluso algunos de
ellos exijan la amnistía para los delincuentes. Una persona
civilizada no tiene más remedio que acatar la sentencia y, en
cualquier caso, si es simpatizante de los condenados, dar las gracias
de que no haya sido más dura.
Estas protestas, en las se percibe tanto
odio, tanto instinto destructivo y asesino, tienen que haber sido
necesariamente programadas de antemano. No son protestas, son asaltos
a la dignidad de los catalanes, que queda por los suelos. Son asaltos
a la civilización, chavismo en estado puro.
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