Hay un número bastante elevado de
personas al que le gusta servirse de los clichés, sin duda porque lo
de informarse antes de hacerse una opinión resulta trabajoso. Esto
hace que resulte fácil equiparar a Franco con Hitler y Mussolini, a
pesar de que el único que murió en la cama fue el primero y este es
un dato muy relevante.
No cabe ninguna duda de que el régimen
de Franco fue dictatorial y que, por tanto, solo pudo mantenerse
teniendo al personal atemorizado, pero no solo con eso.
Hitler
y Mussolini tenían una ideologías que trataban de imponer a todos
los que pudieran y Franco no tenía ninguna, y esta es otra
diferencia. Es
decir, sí la tuvo, pero se desprendió
de ella tan pronto como se percató de que habría empobrecido más a
España y como consecuencia perdería el poder y la vida. Ni
siquiera empezó la guerra, ni fue el causante, y tampoco es
descabellado pensar que no la quería, puesto que si no hubiera
ocurrido su vida habría resultado más cómoda. Desde
el momento en que entró en ella ya no pudo confiar en nadie, puesto
que cualquier error que cometiera, traición que sufriera, o
indiscreción de alguien que supiera más de lo debido, le podía
costar la vida. Tuvo
dos obsesiones, morir en la guerra o ganarla y en este caso morir en
la cama, lo cual conducía indefectiblemente a la dictadura.
Descartada su ideología por inválida, se
dedicó a manejar a las fuerzas vivas del país y a vigilar que nadie
alcanzara poder suficiente para poder derrocarlo.
El
franquismo, pues, no existe, por lo que mal se puede hacer apología
del mismo. La
mitad de los que ‘se decían’ franquistas estuvieron en el
gobierno de Felipe González.
Quienes
perpetran aberraciones como la de ‘memoria histórica’ (memoria e
historia son conceptos diferentes) demuestran que no confían en
el veredicto de la historia.
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