Se las dieron cuando estaba vivo y se las
quitan cuando está muerto. Pero los hechos no se pueden borrar,
tanto una cosa como la otra estarán siempre en las hemerotecas.
Todas estas actividades que se llevan a
cabo en torno a su figura redundan en beneficio del propio Franco,
esto lo ve cualquiera que tenga perspectiva. Tanta mezquindad, tanta
vileza, tanta cobardía, tanto deseo de venganza no sirven más que
para darle la razón.
Lo que de verdad haría daño a su
memoria sería un despliegue de generosidad, un ansia de concordia,
una inequívoca voluntad de perdonar, junto al deseo de recibir el
perdón. Todas estas genuinas muestras de bondad vendrían a indicar
que las actuaciones de Franco fueron desproporcionadas.
La dictadura surgió como consecuencia de
una guerra que no debió producirse jamás, pero quienes tenían la
obligación de evitar que ocurriera no hicieron nada en este sentido,
sino que seguramente hicieron lo posible para que se diera, porque
estaban seguros de que la ganarían y que a continuación tendrían
las manos libres para actuar como quisieran.
La guerra tuvo unas consecuencias
nefastas para España, no solo por los miles de muertos y las
destrozas habidas, sino también por el largo periodo dictatorial a
que dio lugar.
La guerra no interesaba a nadie, ni
siquiera a Franco. Otra cosa es que él la quisiera o no la quisiera,
que eso yo no lo sé. Pero desde el momento en que decidió unirse a
Mola y Sanjurjo dejó de tener amigos, porque a partir de entonces ya
no podía confiar en nadie, dado que cualquier desliz o indiscreción
le podía costar la vida. Puede decirse que desde entonces vivió
sobre el alambre y que tuvo la suerte de que quienes pretendieron
derrocarlo eran peores que él.
En este sentido cabe entender la decisión
del Fútbol Club Barcelona. Es deleznable.
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