Tengo escrito y publicado en el tomo XLIX
de la colección ‘Algo que decir’ que edita el Ateneo Blasco
Ibáñez, que quienes llevan a cabo cualquier acción de acoso son
moralmente asesinos. Sencillamente, porque este acto puede generar en
la víctima la voluntad de suicidarse.
Quienes
ordenan el
acoso
son peores todavía. Digo
esto porque una destacada dirigente de
Podemos,
Irene
Montero,
pero
no solo ella, ha
puesto a una señora en el punto
de mira:
Estas actitudes deberían estar
castigadas penalmente. Los políticos deberían cumplir un código
deontológico que les obligara a actuar siempre dentro de los
márgenes de la ley. Porque sin ley no hay democracia ni
civilización. Lo que propone Podemos es la vuelta a prehistoria. Los
griegos que escuchaban a Homero estaban mucho más civilizados que
los podemitas.
Lo que hace esta señora es similar a lo
de los capos de la mafia. Lo que pretende Podemos es destruir la
democracia, para instaurar una dictadura como la chavista o la de
Castro.
Tengo un amigo, al que considero buena
persona, pero que vive en las nubes, en su nube, por lo cual, a pesar
de su bondad vota a Podemos. Dice que los trabajadores que votan al
PP son idiotas. Pero se equivoca por completo, porque el PP es un
partido claramente constitucional y, con mejor o peor suerte,
pretende mejorar las condiciones de vida de todos. Hay dirigentes del
PP que no, pero para eso está la ley, para encarcelar a quienes se
salen de la norma.
En cambio, los de Podemos pretenden
cargarse la Constitución, cargarse el bienestar de los ciudadanos,
corromperlos moralmente incitándolos a mantener conductas
delictivas, a estar de parte de los delincuentes, porque los de
Podemos suelen estar de parte de los delincuentes.
Irene Montero no es consciente de la
humillación que sufre: unos guardias civiles vigilan su mansión.
Unos abnegados trabajadores velan por ella. A pesar de todo.
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