He leído algunos artículos de Juan Manuel de Prada, en los que inveteradamente argumenta a favor de la existencia de Dios. Me refiero en esta ocasión al publicado en El Semanal, titulado Creacionismo. La cuestión es que argumentar es relativamente fácil, sobre todo para quien sabe hacerlo, como ocurre en este caso. Pero si damos por buenos los argumentos de Juan Manuel de Prada y de los cardenales y aceptamos la existencia de Dios hemos de ir de inmediato al mundo de la ciencia, Stephen Hawking, por ejemplo, en donde se dice que queda poco espacio para Dios. En el caso de que exista, está muy escondido.
Explicar a Dios en este caso, no tiene demasiado sentido, puesto que si Dios hubiera querido se hubiera mostrado palpablemente. Paralelamente a la explicación de muchos de los científicos, cabe tener en cuenta la experiencia de personas de gran agudeza. Me referí no hace mucho a Félix de Azúa, que jamás ha detectado la fe en nadie. Yo tampoco. He tratado a muchos clérigos, algunos de alto rango, y a otros que juran que creen en Dios. Pero en todos ellos he notado que tienen al prójimo como un medio y no como un fin en sí mismo.
Más que explicar a Dios, lo que hay que hacer es mostrarlo. Si Dios está en alguna parte, esta no puede ser otra que el corazón de las personas. Hay que buscarlo ahí. De momento, hay una serie de personas que no pierden la fe. Pese a haberlo perdido todo y estar en situación desesperada, creen que alguien les va a ayudar a salir del apuro. Yo cité a El Pocero algunas veces y en algunos de mis blogs se están dejando mensajes espeluznantes. Conmueven el alma sinceramente. Hay otro mundo. Quienes tanto hablan de Dios podrían aprovechar sus posibilidades para fundar una ONG que se dedicara a socorrer a estas personas. Ese sería un bonito modo de mostrar a Dios al mundo. No se puede defraudar tanta esperanza depositada en el prójimo.
Explicar a Dios en este caso, no tiene demasiado sentido, puesto que si Dios hubiera querido se hubiera mostrado palpablemente. Paralelamente a la explicación de muchos de los científicos, cabe tener en cuenta la experiencia de personas de gran agudeza. Me referí no hace mucho a Félix de Azúa, que jamás ha detectado la fe en nadie. Yo tampoco. He tratado a muchos clérigos, algunos de alto rango, y a otros que juran que creen en Dios. Pero en todos ellos he notado que tienen al prójimo como un medio y no como un fin en sí mismo.
Más que explicar a Dios, lo que hay que hacer es mostrarlo. Si Dios está en alguna parte, esta no puede ser otra que el corazón de las personas. Hay que buscarlo ahí. De momento, hay una serie de personas que no pierden la fe. Pese a haberlo perdido todo y estar en situación desesperada, creen que alguien les va a ayudar a salir del apuro. Yo cité a El Pocero algunas veces y en algunos de mis blogs se están dejando mensajes espeluznantes. Conmueven el alma sinceramente. Hay otro mundo. Quienes tanto hablan de Dios podrían aprovechar sus posibilidades para fundar una ONG que se dedicara a socorrer a estas personas. Ese sería un bonito modo de mostrar a Dios al mundo. No se puede defraudar tanta esperanza depositada en el prójimo.