martes, 16 de septiembre de 2008

Santiago Carrillo

Nuevamente, nuestro veterano político -sin cuyo concurso la Transición hubiera sido mucho más difícil, puesto que muy posiblemente influyó en Felipe González, del que no es descabellado pensar que prefería echarse al monte-, ha escrito un artículo en El País, concretamente ayer, titulado Occidente se equivoca. Lo que sucede con este caballero es que si primero alegra comprobar que sigue lúcido, luego entristece saber que su odio sigue en pie. Claro que hay otros, quizá porque también odian, a los que les parece bien lo que dice.
Pero sus argumentos, cuando trata de llevar el agua a su molino, son totalmente risibles. Por ejemplo, cuando recuerda que Rusia ayudó a vencer a los nazis, para a renglón seguido exponer una retahíla de cosas que Estados Unidos hace mal. Y a continuación se le ocurre decir que en Rusia había un sistema económico-social que era un peligro para el capitalismo. Esa es una manera impropia de contar las cosas. Quienes tenían cerradas las fronteras eran los comunistas. La economía que no funcionaba era la suya. El peligro era militar. Pero es que a partir de aquí Carrillo ya desbarra por completo, puesto que afirma que tras el desplome del régimen surgió una burguesía salvaje que se apoderó de las riquezas del pueblo. Todo el mundo sabe que en Rusia no se había creado riqueza, sino que el estado ruso estaba en quiebra, y por ese motivo se desmoronó el régimen. Y algunos personajes, educados por el régimen soviético, con la destreza adquirida en su seno en la lucha por el poder, se apoderaron de todo lo que pudieron, y no se sabe cuánta gente murió de hambre y de frío.
Y de entre esa gente diestra en la lucha por el poder ha emergido Putin, el más siniestro de todos, tan seguro de su fuerza que hasta se permite alabar a Stalin. De modo que el error de Occidente ha consistido en dejar que las cosas de Rusia marcharan a su aire, cuando debería haber estado más alerta y ayudarla en su proceso, exigiendo al mismo tiempo una mayor calidad democrática, lo que hubiera podido impedir el ascenso de Putin. Y tratar de no depender tanto de su petróleo y su gas. Pero esto es otra historia. Estados Unidos no es peor líder mundial que los que lo fueron anteriormente y si fuera desplazado de ese papel por otra potencia, tampoco es probable que fuera mejor. Lo que ocurre es que va siendo hora de que la ONU asuma el papel de vigilante del mundo, pero eso no lo dice Carrillo.

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