martes, 15 de enero de 2019

De Tejero a Sánchez

Se conoce que de golpista a ocupa va poco; de hecho, el ocupa puede serlo, legalmente, gracias al apoyo de unos presuntos golpistas.
Tejero dijo en el Congreso «se sienten, coño» y Sánchez nos recomienda que esperemos sentados. Aquel esgrimía una pistola, este su carencia de escrúpulos. Adolfo Suárez y Manuel Gutiérrez Mellado arriesgaron sus vidas en defensa de la democracia, mientras Felipe González y Alfonso Guerra se tiraban al suelo; en esta ocasión también.
Sánchez debe de pensar que todos los socialistas son de la misma calaña que él, o bien que los tiene sujetos por salva sea la parte, porque de no ser así no se entendería tanta petulancia.
A la vista del modo en que ha llegado al gobierno y de las exigencias de sus socios y el palpable deterioro de la situación en todos los órdenes, económico, político, laboral, etcétera, debería pensar que los dirigentes de su partido lo invitarían a dimitir o lo expulsarían del PSOE. Porque el desafío de Sánchez es, en primer lugar y sobre todo, a su partido, que fue fundado, al menos teóricamente, para favorecer o mejorar España, y él la está perjudicando gravemente. Los dirigentes del PSOE tienen que mirar además por la supervivencia de su partido y actuaciones como la del actual Secretario General la comprometen seriamente. No es necesario fijarse en los países del entorno, sino nada más en los pasos que da este personaje tan peculiar, tan amante de la buena vida, si son otros quienes pagan la cuenta. Esperar que Felipe González y Alfonso Guerra, artífices de este PSOE renovado le paren los pies no tiene sentido. Tampoco lo tiene confiar en José Borrell, que es cómplice. Joaquín Leguina sí que está poniendo el grito en el cielo, pero los socialistas no lo oyen. Tendrán que ser los demás españoles los que digan: hasta aquí hemos llegado. Y lo harán, seguramente en este mismo año.
Que se siente él a ver si cae la breva.


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