Ya nadie recuerda cuando fue la última vez que Pedro Sánchez dijo una verdad, porque para él la verdad es lo que le conviene en cada momento y no se siente obligado por lo que haya podido decir minutos antes, así que no puede extrañar esto suyo: «Le he reconocido la labor que ha hecho en un contexto muy complejo, por ejemplo, con las residencias de mayores en plena pandemia. El trabajo que ha hecho al frente de un importante ministerio como es el de Derechos Sociales».
Es público y notorio que en lo que han gastado su tiempo estos dos ha consistido en mirarse al espejo y contaminar el medio ambiente con el Falcon uno y en ver series el otro. Y en presumir también. Iglesias anunció que había asumido la responsabilidad de las residencias, pero luego no se sintió responsable de ninguna las muertes que tuvieron lugar en ellas. Lo típico entre los políticos españoles y él es de los peores.
Se pensará que Iglesias, que en el gobierno no ha dado golpe, ahora va a trabajar. Pues no, esa palabra no está en su diccionario. Aplicada a su persona no, a los demás sí, lógicamente. De algo ha de comer. Va a dar mítines, que eso sí que le gusta. En esa tesitura saca todos los escombros que va guardando al paso de los días. Escombros que genera su mente calenturienta, su deseo de hacer todo el mal que pueda a todas las personas que pueda.
El vídeo en el que anuncia su dimisión para poder concurrir a las elecciones de la Comunidad de Madrid, según cuentan los titulares de prensa, es un buen adelanto de lo que va a ser. Quien quiera que lo vea. Yo no.
Le debemos una a Isabel Díaz Ayuso. Y una vez que ese ha salido del gobierno, esperemos que no vuelva más a él. En manos de los madrileños está.
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