viernes, 19 de marzo de 2021

La eutanasia

 

La función de la clase política es facilitar la existencia a los demás, conservando las condiciones de vida conquistadas a lo largo de los siglos y mejorarlas, si es posible, y eso es lo que dicen que están dispuestos a hacer cuando toman posesión de sus cargos, según el protocolo de cada lugar.

Pero una cosa es lo que dicen y otra lo que hacen Es posible que algunos hayan usado sus cargos para enriquecerse, pero otros para cosas peores.

Concretamente, en estos tiempos que corren han surgido muchos que puesto que sólo saben hacer el mal, se inventan derechos para disimular.

Derecho a ser feliz, he visto en algún anuncio del ayuntamiento de Valencia. Pero luego veo monumentos dedicados a valencianos insignes, como Teodoro Lorente, pongamos por caso, y están sucios y descuidados, y verlos así no me hace feliz. Ni que me atropelle una bicicleta o un patinete por la acera tampoco. Estos políticos nos toman por tontos y hoy, día de San José, añoro más que nunca a Rita Barberá.

También dicen: derecho a una muerte digna, dicen. Hasta ahora, morir con dignidad significaba hacerlo con entereza. Uno hacía acopio de valor y se enfrentaba a la suerte suprema. Normalmente, el personal se conforma con no sufrir, con que le alivien el dolor. Nos ofrecen el derecho a morir antes de hora, pero luego recomiendan hablar para evitar suicidios. Ni se aclaran, ni les importan las personas cuyos intereses dicen cuidar.

La muerte no tiene remedio. Pongamos que alguien que ha optado por esa ley llega al más allá y se encuentra con que tiene que soportar a su lado a alguien como Carmen Calvo, o una peor, y quiere volver, pero ya no tiene remedio.

Preguntaba Sócrates: ¿Cómo sabéis que lo que hay más allá es peor? ¿Es que ha vuelto alguien para contarlo? Algunas de las posibilidades, evidentemente, es que sea peor. Mandar a alguien a lo desconocido antes de hora debería ser delito.

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