Alguien que se pasa la vida estudiando formas de conseguir el poder, y luego ampliarlo y prolongar su posesión, urdiendo tramas, compras de voluntades y trampas para los adversarios políticos, no debería ser tenido por modelo. Y, sin embargo, los hay que lo admiran y dicen que hace falta uno así en este partido, aquel o el otro.
La elección de Murcia para dar el primer golpe tenía el atractivo añadido de que Teodoro García Egea es de allí, pero demostró con ello que no prepara tan bien las operaciones como se piensa. Que le vayan saliendo bien puede deberse a un cúmulo de casualidades, es decir, al azar.
Que Arrimadas tampoco estuviera al corriente de las particularidades de su partido en la región murciana es indicio claro de que no tiene demasiado interés en él, sino que lo utiliza para su promoción personal, como si de un Chepas cualquiera se tratara.
Ha resultado muy fácil, incluso para Teodoro, al que se le reservaba el papel de engañado, frustrar el intento. Lo que no puede frenar éste, ni lo supo prever el miniRasputín, es la bala de oro que se ha puesto en las manos de Ayuso, que no ha dudado. Ella sabe que si fracasa va a la trituradora, pero si triunfa lo tiene todo. Se la juega.
Le han regalado, además, el eslogan definitivo: ‘socialismo o libertad’. Si ya de por sí a los socialistas les gusta poco la libertad, recuérdese aquéllo de ‘quien se mueva no sale en la foto’, al aliarse con los podemitas su relación con ella se ha vuelto imposible.
Los madrileños tienen su gestión a la vista y la pueden comparar con la de los demás. Mientras que al Felón, al que todos los socialistas, incluido Gabilondo, obedecen con los ojos cerrados, Ayuso sí que se juega todo en defensa de las vidas y las haciendas de sus administrados. Que además le exijan la perfección es cinismo.
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