sábado, 27 de marzo de 2021

Cataluña y Catalunya

 

Hay dos Cataluñas. Una está compuesta por gente razonable, que guarda las formas y el decoro y se comporta de un modo que se puede reconocer como democrático.

Aunque también hay que añadir que toda o casi toda la gente de este sector también está contaminada en mayor o menor grado por el nacionalismo, porque son muchos años de sufrir presiones y de leer o escuchar patrañas y porque son muchas las concesiones que necesariamente han tenido que hacer a sus amigos y familiares del lado loco -no se le puede llamar de otro modo-, con lo cual, sin darse cuenta, también ayudan a que el ambiente enfermizo que emana de esa región española crezca.

La otra Cataluña es la que insiste en escribir, aunque lo haga en español, Catalunya. Ni siquiera esconde el odio y proclama que utilizar la lengua de Cervantes es traición a la patria. Pero, ¿qué patria ni qué traición? Esa manera de pensar denota que en lugar de cerebro tienen una ensalada. No hay ideas, sino ingredientes.

Estos otros catalanes están representados por el ganado que abandona su sitio en el Parlamento regional catalán, según se puede ver aquí https://twitter.com/VicenteTorres/status/1375693946446307328, cuando se dispone a tomar la palabra un diputado absolutamente respetuoso con las reglas y procedimientos democráticos. En el partido de este diputado no hay ningún terrorista, ni tampoco delincuentes condenados por delitos graves.

Flaco favor le hace ese ganado a la tierra que dice amar, y peor todavía es lo que han de sufrir por este motivo sus ciudadanos.

El declive de Cataluña, antaño admirada y querida por el resto de los españoles, es un hecho, aunque ellos no lo quieran ver y mucho menos tomar medidas para que no siga ocurriendo.

Cataluña, con la ayuda del resto de España, habría llegado a ser la región más próspera de Europa, pero llegaron esos, los nacionalistas, y lo estropearon todo, porque en todas partes hacen lo mismo.

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