Podría Ayuso conseguir 68 diputados el próximo 4 de mayo, lo cual vendría a ser una victoria pírrica, porque habría ganado una batalla, pero perdería la guerra.
Ayuso entendió enseguida que no le conviene que desaparezca VOX del Parlamento madrileño, porque eso es lo que sucedería si ella lograra ese número de diputados, por lo que se apresuró enseguida a remarcar las diferencias entre su partido y este otro, pero sin atacarlo.
En el empeño de que no desaparezca VOX le ayuda Sánchez con sus ataques estúpidos y embusteros. Sánchez gobierna aliado y apoyado por degenerados y pone el grito en el cielo ante la posibilidad de que VOX pueda entrar en el gobierno madrileño, cuando este partido no ha manifestado jamás su intención de transgredir ninguna ley, ni entre sus propuestas hay ninguna que haya fracasado antes en todos los países en que se ha puesto en práctica.
Sánchez ataca a Ayuso con su arma favorita, que es la falsedad, y también lo hace fomentando el miedo a VOX, porque la candidata popular pactaría con este partido, y lo hace para motivar el voto de los suyos, para que no se queden en casa, pero no se da cuenta de que muchos de los suyos están hartos de él, porque ha envilecido hasta extremos inimaginables al PSOE, y bastantes de ellos votarán a Ayuso.
Los manifiestos que firman los jubilados socialistas, que ya no pintan nada en el partido, pero votan, dan pistas sobre este asunto.
A la candidata popular le conviene que Casado calle, y que el autodenominado Soso, Sánchez, Iglesias y Errejón entren en campaña. Cualquier cosa que diga Gabilondo generará desconfianza entre los socialistas no sectarios. Y cualquier cosa que digan los otros tres en contra de Ayuso hará que aumenten las simpatías de los madrileños hacia, porque se dan cuenta de los defiende de la arbitrariedad gubernamental.
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