La
crisis mundial ha pillado a Alemania en situación privilegiada
dentro del ámbito de la Unión Europea. Los países dominantes,
Estados Unidos en el concierto mundial, Alemania en el europeo,
siempre son criticados.
Hay
quien piensa, y quizá con cierto fundamento, que el manejo de la
situación por parte del gobierno alemán favorece claramente a los
intereses de su país. No se tiene en cuenta la posibilidad de que
los alemanes teman que todo su esfuerzo y sacrificio sea malgastado
por los tramposos países necesitados de ayuda. Es cierto que este
estado de cosas tiene muchos matices, pero en líneas generales así
es como ven los ciudadanos alemanes la situación y Angela Merkel
parece más proclive a adaptarse a su electorado que a convencerle de
que las cosas no son exactamente así, aunque lo parezcan.
Pero
que en España, y también en otros países, se le eche toda la culpa
a Merkel, o a Alemania, de las penurias a las que hay que hacer
frente, no tiene sentido. La política de Alemania podría ser otra,
pero eso no resolvería los problemas españoles, que se tienen que
resolver únicamente en casa.
Tenemos
una clase política totalmente inoperante, eso en lo que se refiere a
procurar el bien común. Porque de hacer maldades no se priva, si
bien es cierto que lo hace “por nuestro bien”. Por otra parte,
algunos políticos se procuran unas mansiones mucho mejores que las
que tenían antes de dedicarse a la política. Todo lo hacen de forma
legal obviamente. Pero estos detalles escaman a los alemanes, y no
sólo a ellos, también a quienes desean invertir en España. ¡Cómo
nos vamos a fiar de esa tropa!, piensan.
Si
en España se optase por reformar el sistema político, para
democratizarlo, y se suprimiese toda esa serie de instituciones y
organismos fundados con el objetivo de colocar al mayor número
posible de enchufados, es muy probable que el pueblo alemán
comenzara a tomar en serio a España.
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