Dice
la alcaldesa de Madrid que las informaciones que circulan en la red
sobre el ayuntamiento que preside no son ciertas y las tilda de
leyendas urbanas. Es posible que tenga razón, pero también es
cierto que las instituciones españolas, con su sistemática
ocultación de datos, fomentan este tipo de cosas.
No
he visto en ese blog suyo que Ana Botella explique si aquel episodio
de la peluquería también es leyenda urbana, ni si es preciso que en
el ayuntamiento haya todos esos asesores que ha reconocido que hay.
Quizá
sea también una leyenda urbana que en Estados Unidos, el odiado
Imperio según algunos, basta con pedir una factura en algún
organismo oficial para que la muestren inmediatamente. Y aquí
estamos todavía sin ver las facturas del Gürtel, las facturas, o lo
que sea, del Faisán, las facturas de Millet, o el origen de las
fortunas de los Pujol. Lo de Mas es más cutre, incluso. Sin ese
oscurantismo que caracteriza a la clase política española no se
hubiera podido producir lo de los ERE de Andalucía.
El
caso Gürtel ha dado lugar a actuaciones tan vergonzosas como la que
se cuenta en el blog La
honestidad tiene precio. Los dirigentes del PP que posean un
mínimo de decoro deberían tomar cartas en el asunto. ¿Cómo puede
ser que ocurran estas cosas? Sin embargo, todo apunta a que imperará
la ley del silencio. Ya se sabe que el miedo guarda la viña y el que
más y el que menos teme perder su bicoca.
Lo
dicho para el PP vale para los demás partidos, sindicatos y
organismos subvencionados con dinero público, o sea, con dinero
surgido mayoritariamente del sudor de los trabajadores, por lo que
deberían tener mucho cuidado con lo que hacen con él.
Si
Ana Botella se cree que podrá luchar contra eso con el blog, va
lista. Ahora bien, si lo que pretende con el blog es entretenerse,
tendrá materia.
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