En
términos generales, José Borrell es uno de los políticos españoles
con cuyas opiniones coincido más veces. Con la letra pequeña las
discrepancias mis discrepancias con él ya son muchas, quizá todas.
En
una de las cosas con la que estoy muy de acuerdo es con su europeísmo
declarado. Se da el caso además de que su militancia no se debe, en
este caso, a que es lo políticamente correcto, o la postura del
partido, sino que la suya es una opción personal muy meditada.
Mi
desacuerdo con él en este caso proviene de que se lamenta de la
falta de un enemigo común que, de existir, convencería a los
europeos de la necesidad de la unión.
Ese
enemigo existe. Nos estamos jugando el Estado del Bienestar. Lo que
ocurre es que los gobernantes no lo ven, o no lo quieren ver, como
ocurría en el caso español con la burbuja inmobiliaria. Sólo la
Unión Europea puede luchar, con posibilidades de éxito, por
conservarlo. Las naciones que la componen no pueden competir, una por
una, con los gigantes mundiales.
De
momento, y en lo respecta a España, ya hemos perdido muchas de las
mejoras sociales que fueron ganadas a base de esfuerzo y sacrificio.
Y la amenaza se cierne ahora sobre las pensiones, presentes y
futuras. ¿Se atreverá Rajoy a tanto? Pues sí, a lo que no se
atreve es a contrariar a Fainé, Botín y otros similares. ¿Y qué
hace la izquierda? Pues alentar escraches y algaradas callejeras.
En
Francia no parecen estar mejor. Hollande ha tomado una de las pocas
medidas buenas de las que tomó Zapatero y se ha encontrado con una
resistencia inesperada. Eso da idea del modo improvisado con que se
gobierna y de lo poco que colaboran las oposiciones en el bien común.
Parecen pensar siempre en el rédito electoral.
En
toda Europa faltan líderes que expliquen las cosas a la gente y que
tomen medidas en beneficio de la sociedad y no de unos intereses
concretos.
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